Análisis Macroeconómico

Coyuntura Económica

07/09/2016

El gradualismo, salida racional para una herencia pesada

Dante Sica Director

En una columna publicada en La Voz del Interior, Dante Sica sostiene que “al gobierno le tocó una tarea formidable. Debe al mismo tiempo hacer dos cosas que ya son difíciles cuando hay que hacerlas por separado: estabilizar la macroeconomía y realizar un cambio de régimen macroeconómico”.

Al gobierno le está resultando bastante trabajoso implementar su agenda de política económica, lo cual no es una buena noticia en un momento en que necesita mostrar que estará en condiciones de mantener la iniciativa cuando el período de “luna de miel” se haya terminado. Lejos van quedando los días en que podía mostrar éxitos rotundos e impactantes como lo fueron la eliminación del cepo o el cierre de la negociación con los holdouts. Lo ocurrido con las tarifas energéticas es el ejemplo paradigmático de lo dificultoso que hoy resulta llevar adelante la agenda de cambio.

Y esto se da en un contexto en que las autoridades han tenido que reconocer de manera explícita que los resultados que esperaban en términos de aumento del nivel de actividad no se están produciendo y que habrá que tener algo de paciencia para empezar a observar los brotes verdes. Lo sucedido recientemente con el fallo de la Corte ha contribuido a abonar la impresión de que corregir los precios para darles más racionalidad microeconómica va a resultar una tarea poco menos que imposible porque la actual gestión no sólo debe lidiar con un Congreso poblado de opositores sino que el Poder Judicial parece estar decidido a aportar lo suyo.

Un hecho que tampoco está ayudando es que en algunos aspectos el gobierno da la impresión de estar corriendo los problemas de atrás y de cambiar de libreto sobre la marcha. Por ejemplo, en el caso de las tarifas el resultado final fue que habrá menos correcciones de las previstas este año. Lo mismo ocurrió en otras dimensiones. Las autoridades quisieran que el pago de los juicios a los jubilados se conciba como la iniciativa de un gobierno que se compromete a respetar las leyes y los contratos. Pero esta lectura se debilitó por el contexto recesivo y quedó la impresión de que la iniciativa obedeció, en realidad, al deseo de que aumente el consumo y tonifique la economía porque la lluvia de inversiones no colmó las expectativas y a falta de inversión...bueno es el consumo. Asimismo, mientras honrar los compromisos con los jubilados es loable, ello va en contra del objetivo oficial de que Macri termine su mandato con un déficit casi inexistente. El incremento del gasto previsional es cierto pero el financiamiento es incierto. Y no es poca plata: es alrededor de un 1,2% del PIB que se agrega para el futuro.

Cuando se interpretan las acciones del gobierno parece lógico pensar que no es que está perdiendo el rumbo sino que los obstáculos son enormes y el contexto es incierto. Pero lo que la actual gestión tiene a favor es que puede explicar cada medida que toma porque está tratando de moverse en la dirección que uno espera utilizando criterios de racionalidad que toman en cuenta no sólo la economía sino también, la política. Por ejemplo, tiene sentido que para dar mayor rentabilidad al campo, hoy se tenga que enfrentar el problema de un mayor déficit y se deba hacer uso del endeudamiento que, por suerte, es una opción disponible. Pero ir más allá en la reforma tributaria podría ser muy arriesgado si el déficit sube excesivamente o si hay que realizar ajustes draconianos del gasto. Y esto es coherente. Después de todo, siempre se dijo que se había optado por el gradualismo.

Un punto central que a veces se pierde de vista es que al gobierno le tocó una tarea formidable. Debe al mismo tiempo hacer dos cosas que ya son difíciles cuando hay que hacerlas por separado: estabilizar la macroeconomía y realizar un cambio de régimen macroeconómico. Hay que estabilizar la macro porque la inflación es alta, existía dominancia fiscal y hubo un shock externo negativo por la pérdida de exportaciones a Brasil y la caída del precio de la soja. Hay que realizar un cambio de régimen económico porque hay que desarticular y refundar una buena parte del marco institucional de la economía. El cepo fue sólo un primer paso. Hay que instaurar un nuevo régimen monetario, hay que reformar la estructura tributaria, había que reinsertarse en los mercados de capital internacionales, hay que reformar las reglas de comercio exterior, hay que... y podemos seguir. Y hay que hacer todo esto minimizando los efectos distributivos porque casi 30% de la población es pobre.

El gobierno se va a seguir equivocando y dando la impresión de perder el rumbo porque la teoría de cómo hacer una cambio de régimen y estabilizar una economía al mismo tiempo está por escribirse. Puede hacer las cosas bien o perder de verdad el rumbo, pero no hay manual. Lo que sí se sabe es que al gradualismo le ha ido mejor que a la terapia de shock. Y si no comparemos la estrategia chilena para bajar la inflación y fundar un régimen de metas de inflación con el shock de imponer la convertibilidad, que parecía maravillosa para bajar la inflación de un día para el otro en nuestro país.

Pero hay un consejo que puede resultar útil en el contexto actual: hay que explicar muy bien lo que se está haciendo, hacia dónde se quiere ir y porqué hubo errores o si los obstáculos son mayores a los esperados. Quizás, si quedara más claro el rumbo, los errores y cambios de corto plazo no harían perder de vista el bosque.

Coyuntura Económica

14/09/2016

Monitoreando el éxito del programa: ¿Cuáles son los principales desafíos?

El gobierno ha rebalanceado prioridades, dando mayor importancia a la gobernabilidad en detrimento de las correcciones económicas. Con ello, los desafíos del programa económico se han visto incrementados. ¿Qué hay que monitorear hacia adelante para evaluar el éxito del cambio de rumbo?

DÉFICIT FISCAL

Las nuevas autoridades económicas determinaron un proceso gradual de reducción del déficit fiscal para arribar a 2019 en una situación de equilibrio.

Sin embargo, todo indica que este año el desequilibrio de las cuentas públicas se mantendrá o incluso agravará. Y existen dudas sobre qué sucederá en 2017, dado que algunas medidas adoptadas significan más gasto público (jubilaciones, obra pública) y menos ingresos (bajas de impuestos y transferencias de recursos a las provincias), y que se trata de un período electoral.

Ingreso Neto y Gasto Promario


El rol de las tarifas

El gobierno impulsó un ajuste gradual de tarifas de servicios públicos, pero el traspié judicial relativo a los incrementos de gas muestra lo complejo que resulta corregir el enorme atraso de precios relativos heredado.

Hay que tener en cuenta que la normalización tarifaria es relevante, no sólo por su impacto fiscal sino también por la necesidad de brindar señales de precios consistentes con aumentar la inversión en un sector clave como el energético.

De aquí en adelante, habrá que monitorear cómo el gobierno instrumenta las correcciones, aunque todo parece que se irá por una gradualidad aún mayor, especialmente teniendo en cuenta que el año próximo es electoral.

Subsidios


INFLACIÓN

El Banco Central viene implementado una política monetaria restrictiva orientada a bajar la inflación y las expectativas inflacionarias y ha avanzado sustancialmente en mejorar la transparencia y la comunicación a la sociedad. La buena noticia: la tasa de inflación ha comenzado a descender y las expectativas justado a la baja. Sin embargo, aun subsisten dudas sobre la velocidad de la “desinflación”. Es que, para tener una política monetaria creíble y un régimen de metas de inflación exitoso a mediano plazo se requiere un BCRA independiente que no deba emitir moneda para financiar al fisco, lo que aún no se ha logrado.

En 2017 entra en vigencia formalmente el esquema de inflation targeting. ¿Qué se requiere?


Inflation Targeting


TIPO DE CAMBIO

En línea con la experiencia de la mayoría de las economías de la región, el nuevo régimen cambiario es de flotación administrada, aunque con intervenciones el BCRA para reducir la volatilidad.

Dado que la economía Argentina se ha tornado atractiva para los inversores internacionales, este esquema probablemente implique tener que lidiar con una tendencia a la apreciación del tipo de cambio real, lo que si bien puede ser beneficioso en el objetivo de reducir la inflación, presionará sobre la competitividad.

Pero el problema es que actualmente no existe “colchón cambiario”. De hecho, el tipo de cambio real multilateral se ubica 21% por debajo del promedio histórico, lo que incrementa la necesidad del gobierno de trabajar en una agenda micro con foco en mejorar la competitividad sistémica, donde la inversión en infraestructura deberá tener un rol central.

Coyuntura Económica

22/08/2016

Si no se pagan los costos reales, podemos tener un colapso energético

Dante Sica Director

En una entrevista que dio al programa “Esta semana” que conduce Magdalena Ruiz Guiñazú en Radio Mitre, Dante Sica, evaluó el impacto del fallo de la Corte sobre las tarifas de gas y consideró que el dictamen del máximo tribunal “le pone muchísima presión al programa monetario y anti inflacionario del gobierno, y además, esto puede generar algunas dudas en los agentes de inversión”.

Coyuntura Económica

18/08/2016

Los dilemas económicos de la democracia

Dante Sica Director

Un problema grave del sistema político argentino es su incapacidad de compatibilizar eficiencia y distribución; así, tenemos una sociedad que no es ni eficiente ni equitativa y que no logra consensos para usar bien los recursos y mirar el largo plazo. Ese es el eje de debate de la columna que Dante Sica publicó el diario La Nación.

Se podría argumentar que la democracia argentina está en deuda con la economía. Más de treinta años no han sido suficientes para establecer un marco institucional adecuado que permita consolidar un proceso de crecimiento sostenido y hoy nuestro país sigue empantanado y a medio camino entre la pobreza y la prosperidad.

Sin embargo, otros podrían decir que en realidad es el sistema económico el que está en deuda con la democracia ya que no ha producido los recursos necesarios para materializar las aspiraciones de justicia y equidad que anidan en toda sociedad pluralista. Pero esto no es cierto ya que la democracia y sus instituciones mandan sobre los recursos y no a la inversa por una razón: una parte fundamental del sistema son las instituciones económicas; las reglas de juego que ordenan las relaciones de asignación, organización y distribución de los capitales entre los agentes económicos. Si el marco institucional de una economía es de mala calidad, los resultados no pueden ser buenos.

Un problema fundamental de nuestra democracia es su falta de capacidad para compatibilizar eficiencia y distribución y los dilemas que genera esta dicotomía no tienen una receta única que figure en los manuales de economía. Cada sociedad busca sus propias soluciones y es el sistema político el encargado de plasmarlas en un marco institucional. Y cuando la política falla, lo que resulta es una sociedad que no es ni eficiente ni equitativa y que, por ende, utiliza mal los recursos. Entonces, la economía dilapida esfuerzos en atender conflictos sin alcanzar su potencial de crecimiento.

Los dilemas que genera la dicotomía entre eficiencia y equidad se originan en el hecho de que hay medidas que mejoran la eficiencia pero tienen consecuencias distributivas no deseadas y, por otro lado, hay iniciativas que tienen efectos distributivos que se consideran positivos pero dañan la eficiencia y, por ende, el bienestar. Y esto es porque los cambios en la distribución de los recursos producen ganadores y perdedores y esto complica políticamente las cosas.

Hay razones importantes por las que esto sucede durante el período democrático. La primera es que cuando quienes pierden están bien organizados pueden resistirse a la aplicación de medidas que buscan la eficiencia. Por ejemplo, desde 1983 ha habido variados intentos para remover barreras a las importaciones que resultan ineficientes porque encarecen tanto los insumos que necesita la industria para producir e integrarse en cadenas globales de valor como los bienes de capital que se requieren para invertir. Pero las medidas de apertura encontraron resistencia en empresarios y trabajadores que anticipaban pérdidas de mercados y puestos de trabajo. El resultado fue que hoy tenemos un régimen de comercio exterior híbrido, producto de una lucha política más que de una estrategia de expansión.

La segunda razón es que ciertos sectores políticos consideraron frecuentemente que era inequitativo –y probablemente con mucho fundamento– el efecto redistributivo de ciertas iniciativas pro-eficiencia y las combatieron. Por ejemplo, para competir y generar empleos de calidad puede ser necesario mejorar el tipo de cambio real y esto se intentó de manera frecuente. Pero como la devaluación reduce usualmente el valor del salario real, ello fue resistido por los sindicatos que trataron de compensar la devaluación con aumentos en sus ingresos. El efecto de esta pulseada fue el de un tipo de cambio real volátil y poco creíble como incentivo para la inversión. Y sin inversión dinámica no hubo generación de empleo ni aumento en los sueldos.

Las medidas distributivas que se consideran positivas pero repercuten negativamente sobre la eficiencia también han estado presentes en el período democrático. Un caso paradigmático es lo ocurrido con las tarifas, que con tantas dificultades el gobierno está tratando de corregir. No cabe duda de que subsidiar la electricidad al nivel que se hizo por más de una década tiene que haber contribuido a reducir la pobreza. Pero el costo fue que se disminuyeron las reservas de petróleo y gas al punto que debimos pasar de exportadores netos a importadores lo cual hizo que desviemos divisas para financiar el déficit energético. Además, no fue una forma equitativa de luchar contra la pobreza pues la energía era barata para todos y no sólo para quienes no podían pagarla. Y lamentablemente podríamos multiplicar los ejemplos de políticas ineficientes que se implementaron por razones distributivas, desde el cepo que casi nos dejó sin reservas internacionales hasta las trabas que, con el objetivo de reducir el precio de los alimentos, redujeron sustancialmente el stock ganadero.

En otro escenario, los intentos de introducir criterios rigurosos de eficiencia en la educación para cumplir los días de clase, reducir el ausentismo y evaluar la calidad de la enseñanza encontró grandes escollos a la hora de sentar a las partes a dialogar, consensuar y sobre todo apostar al largo plazo. Y este es un ejemplo sustancial ya que no hay nada que ayudaría más a la eficiencia, el crecimiento y la equidad que una educación de calidad.

¿Entonces, hay que renunciar a reducir la pobreza y alcanzar los ideales de equidad en democracia? La respuesta es no. Es más fructífero diseñar políticas específicas para combatir la pobreza, como la tarifa social, sin malgastar recursos y destinar lo que se ahorre a financiar el crecimiento sostenido aumentando la inversión. El acuerdo político sobre el punto de compromiso entre eficiencia y equidad es la base de la inversión porque cuando ese consenso por fin se logra, el largo plazo se hace previsible.

Esto que es tan sencillo para entender es muy complejo de lograr ya que es aquí donde entran en discusión las instituciones y las reglas de juego. Cuando hay ganadores y perdedores, para que una medida se aplique sin resistencia, los perjudicados deben creer que efectivamente serán compensados una vez aplicada la iniciativa. Y para generar esa confianza se necesitan reglas de juego sólidas, que es misión de la política construir. Al mismo tiempo, cuando se trata de mejorar la equidad cuidando la eficiencia, son los empresarios e inversores quienes deben estar seguros de que sus activos no serán afectados, utilizando la equidad como pretexto. Nuevamente esto sólo es posible si las reglas son creíbles y esto nunca ocurre si campean entre el clientelismo, la corrupción y la discrecionalidad política.

La mala política genera una sociedad descreída y conflictiva, donde la inversión y la apuesta por el futuro se debilitan. Si observamos que el resultado de treinta años ha sido una economía mediocre, podría afirmarse que quizás, en las prácticas políticas haya habido demasiado tiempo dedicado a la confrontación o la conquista de aliados en relación al esfuerzo destinado a buscar los consensos que permitan enfrentar los dilemas que toda economía plantea. Habrá que asumir que es indispensable contar con prácticas políticas de calidad que produzcan un marco institucional para una economía que favorezca, al mismo tiempo, el crecimiento sostenido y la inclusión social.

Coyuntura Económica

16/08/2016

“Hoy la inflación y la actividad son las principales preocupaciones de la gente”

Dante Sica Director

La desaceleración de la inflación que comenzó a notarse en julio, la actividad económica, la estabilización de la macro, el impacto de las medidas correctivas, la llegada de inversiones, además de la crisis económica y política de Brasil y su incidencia en nuestro país fueron algunos de los temas que analizó Dante Sica, director de ABECEB, en una entrevista que dio al programa “Le doy mi palabra” que conduce Alfredo Leuco en Radio Mitre.

Institucional

12/08/2016

ABECEB llega a Chile y Perú

Mariana Camino Presidente de ABECEB

En el marco de su proceso de expansión regional, ABECEB suscribió una alianza con la empresa chilena Imaginacción Consultores, con el objetivo de potenciar su presencia en Chile y Perú, consolidando una nueva etapa de desarrollo y oferta de servicios en Latinoamérica.




El acuerdo de colaboración permitirá a Imaginacción Consultores y ABECEB integrar sus negocios en ambos países diversificando y potenciando los servicios, y de esta manera, logrando una conjunción que permita definir proyectos estratégicos para las empresas.

Con más de cien clientes de empresas y organizaciones, y veinte años de trayectoria y crecimiento, ABECEB –la empresa liderada por Dante Sica y Mariana Camino- es hoy la más importante en Argentina y referente en Brasil y Uruguay.

“Esta alianza es clave para ABECEB porque responde a nuestro modelo de desarrollo regional, Chile siempre fue un objetivo sustancial para nuestro crecimiento, era un desafío que ahora asumimos de la mano de Imaginacción Consultores. Este paso es fundamental para el camino que iniciamos con éxito hace más de quince años en Brasil y Uruguay y no hay dudas de que el resultado también será positivo”, sostuvo Mariana Camino, presidente de ABECEB, quien agregó que “el proceso está en línea con las expectativas de nuestras empresas que también están ampliando sus horizontes de inversión y generando nuevos negocios”.

Para el presidente de Imaginacción Consultores, Enrique Correa, “este es un paso importante para nosotros porque Chile y Argentina tienen sólo un entendimiento como países. A través de acciones como estas queremos contribuir a que ambos países fortalezcan sus lazos y se transformen en socios estratégicos, considerando que hay complementariedad, proximidad e historia en común”.

Imaginacción Consultores es una compañía líder en Chile que ofrece servicios de consultoría en asuntos públicos, comunicación estratégica y diseño de negocios y está próxima a cumplir veinte años. En esta instancia, abrirá una oficina en Lima (Perú) para potenciar la oferta de servicios de ambas compañías en ese país.

El acuerdo de colaboración permitirá a Imaginacción Consultores y ABECEB integrar sus negocios en ambos países diversificando y potenciando los servicios, y de esta manera logrando una conjunción que permita definir proyectos estratégicos para las empresas. 

Competitividad

09/08/2016

Competitividad, tema prioritario en la agenda de la economía argentina

Alberto Schuster Director Unidad de Competitividad

En una entrevista en el programa Economía A Hora, Alberto Schuster, director de la Unidad de Competitividad de ABECEB, analizó las claves que permitirán que la economía argentina se recupere, comience crecer y solucione los problemas de competitividad que le impiden un desarrollo sostenible.

Coyuntura Económica

29/07/2016

El crecimiento exige reformas

Dante Sica Director

“Romper con el bajo crecimiento estructural requiere importantes reformas. El gobierno actual ya ha empezado a implementar algunas, y la más exitosa fue, sin dudas, la eliminación del cepo que impedía siquiera pensar en contar con la ayuda de los capitales externos o la repatriación de ahorro de los argentinos” asegura Dante Sica, director de ABECEB, en una columna publicada por la revista Noticias.

Hace pocas semanas se conocieron las estimaciones del PBI del nuevo INDEC luego de casi una década de manipulaciones. Esta noticia es bienvenida, sobre todo, porque supone dejar atrás una etapa de nuestras estadísticas que no fue digna de la democracia. Es cierto que esto no se festeja en ningún país moderno, pero dada la pobreza informativa a que nos venía sometiendo el INDEC en los últimos años, con muy poco alcanzó para poner cara de fiesta: por fin empezamos a contar con cifras confiables sobre dónde estamos parados.

Pero la primera impresión es decepcionante: nuestro PIB y, por lo tanto nuestro ingreso, es alrededor de 20% menor a lo que se nos venía informando. Los datos confirman que Argentina está estancada desde hace varios años, desde 2012 creció prácticamente cero. De manera que nuestra economía está sufriendo de algo más que de una recesión cíclica y, por lo tanto, para reactivarla se necesitan reformas estructurales que eliminen los obstáculos que traban el crecimiento. Además, como la herencia recibida incluye también alta inflación, se requiere complementar las reformas con un plan de estabilización.

Desde 2004 hasta 2011 la economía creció a tasas altas con la excepción de 2009, cuando fue impactada por la crisis internacional. Pero luego la tasa promedio anual fue prácticamente cero. El resultado final es que desde 2004 el PIB creció en total un 48,6%, lo que representa una tasa anual promedio de 3,8%. Muy poco si se compara esa tasa con la de países que utilizaron mejor la bonanza de la primera década del siglo como es el caso de, por ejemplo, Perú. Sólo Brasil y Venezuela tuvieron en Sudamérica un desempeño tan mediocre como el de nuestro país.

Una tasa de 3,8% anual da un crecimiento del ingreso por habitante de sólo 2,6% anual. Quejarse de haber salido segundos en el mundial y aceptar estas tasas de crecimiento revelaría que utilizamos varas muy diferentes en el deporte y en la economía. Si hubiésemos salido segundos atrás de China estaríamos quejándonos de que nuestro ingreso por habitante sólo estuvo creciendo, digamos, un 7% anual. Nos estaríamos quejando de que nuestro PIB per cápita sólo se duplica cada 10 años y seguramente no querríamos ni saber de un país cuyo producto se duplica cada 29 años.

Romper con el bajo crecimiento estructural requiere importantes reformas. El gobierno actual ya ha empezado a implementar algunas, y la más exitosa fue, sin dudas, la eliminación del cepo que impedía siquiera pensar en contar con la ayuda de los capitales externos o la repatriación de ahorro de los argentinos. Pero el financiamiento externo puede servir tanto para darle un empujón a la inversión como para seguir financiando una estructura de gasto distorsionada. No se trata de un tema menor: uno de los rasgos más alarmantes que muestran las cifras del INDEC es justamente el excesivo crecimiento que presentó en la última década el consumo en relación a la inversión y las exportaciones.

Con ello, los datos no traen buenas noticias desde el punto de vista de la competitividad: el único componente del gasto que se redujo en la “década ganada” son las exportaciones, mientras que el componente de la oferta que más creció fueron las importaciones. A pesar del cepo y de la supuesta protección a la industria nacional, lo cierto es que las importaciones crecieron mucho más que el PIB. Aquí no hubo magia: el tipo de cambio real de 2015 era mucho más bajo que el de 2004. Con tipo de cambio atrasado no hay sustitución de importaciones que valga.

Mientras tanto, se evidenció un fuerte incremento del consumo, tanto privado como público. Esto hizo que el coeficiente de consumo total pasara de 75,4% del producto en 2004 a 85,5% en 2015, un incremento de 10 puntos porcentuales del PIB. Y esto se da en una economía en la que, aun cuando el coeficiente de inversión creció, no llega a invertir el 20% del PIB. Con esta inversión no se puede crecer y crear empleo. Por otro lado, la contrapartida del incremento del consumo es la caída del ahorro. De forma tal que aun cuando invertimos poco, no logramos financiarlo totalmente con nuestro ahorro, que es aún menor.

Mirado desde esta perspectiva, eliminar el cepo y cambiar la orientación de la política exterior sólo fue una condición necesaria. Pero el crecimiento demanda un requisito adicional y es que los capitales se sientan atraídos por las oportunidades que el país ofrece de forma de incrementar el coeficiente de inversión. Además, hay que asegurar que el obstáculo de la falta de ahorro se debilite: la inversión no se puede financiar eternamente con ahorro de los demás. Para avanzar en esto hay que atacar restricciones clave como: la alta presión tributaria que no se reinvierte en la calidad de los bienes públicos y de la infraestructura; las distorsiones de precios relativos asociadas a subsidios y una estructura de protección distorsionada; la inestabilidad macroeconómica y el subdesarrollo financiero.

Atacar todos los obstáculos de manera simultánea no es posible por dos factores que operaron una y otra vez en la historia económica de Argentina y llevaron al fracaso los intentos. El primero es que las reformas las hacen los gobiernos y ellos han demostrado una y otra vez que su capacidad para introducir y gerenciar reformas es limitada. Sobre todo si junto con reformas estructurales hay que implementar un programa de estabilización, como es el caso actual. El segundo factor es que muchas de las medidas que se necesitan pueden tener efectos recesivos a corto plazo y, junto con ello, efectos negativos sobre los ingresos de la población. Esto último puede hacer que las reformas sean poco viables desde el punto de vista político.

Entonces no hay otra opción que introducir los cambios de manera secuencial. En una economía plagada de restricciones como la argentina, el componente más importante de la estrategia de crecimiento es el diagnóstico y la identificación de restricciones críticas sobre las que se pondrá el esfuerzo, incluyendo por supuesto la búsqueda de consensos de forma tal de acotar los efectos de posibles consecuencias redistributivas.

Una estrategia secuencial es, frecuentemente, gradualista. En esto se parece a la estrategia que está siguiendo el gobierno. Pero no todo gradualismo cumple con los requisitos de una estrategia de reformas pro-crecimiento. También puede ser una forma de retardar los cambios estructurales. Por eso es crucial explicitar el diagnóstico que lo guía y probablemente en esto último es donde la actual política económica muestra debilidades.

Más allá de medidas muy acertadas como la eliminación del cepo y el énfasis en la infraestructura, es indispensable ahora aclarar cuáles son las restricciones que tienen prioridad en el diagnóstico y, por ende, en los esfuerzos de reforma. Esto es vital para guiar las expectativas y atraer, por fin, las inversiones productivas.

Competitividad

02/08/2016

“En la transición, hay que cuidar ciertos sectores”

Alberto Schuster Director Unidad de Competitividad

En una entrevista publicada por El Economista, Alberto Schuster, director de la Unidad de Competitividad de ABECEB, sostiene que “para generar un proceso de inversión, tiene que haber certidumbre, riesgo acotado y posibilidades de financiamiento”. “Las inversiones de infraestructura están empezando a reactivarse, pero hay que tener presente que pasar de una economía muy cargada en el consumo a una más cargada en la inversión toma su tiempo”, finalizó.

A pesar de las críticas que despertó el nuevo régimen puerta a puerta de compra de bienes desde el extranjero, el economista y director de la Unidad de Competitividad de Abeceb, Alberto Schuster, descartó que el sistema pueda tener consecuencias significativas, dada la participación marginal de estas compras sobre las importaciones generales. No obstante, en diálogo con El Economista, advirtió que varias ramas de la actividad industrial no pueden competir a niveles internacionales, por lo que “hay que cuidar a ciertos sectores”, aunque solo “dentro de lo permitido por la OMC” y “durante un tiempo”. Sobre las inversiones que esperaba el Gobierno Nacional para el segundo semestre, asegura que “es probable que el Gobierno haya exagerado el optimismo” aunque recomienda ser “pacientes”.

Hasta diciembre, los industriales reclamaban por la pérdida de competitividad que implicaba un dólar atrasado. Desde entonces, hubo un salto del tipo de cambio pero también un salto inflacionario importante. ¿En qué medida se revirtió ese atraso cambiario? Las distorsiones que tenían los precios relativos de Argentina (el tipo de cambio, los costos salariales, los precios de la energía) eran tan fenomenales que pretender lograr corregirlos todos sin que el tipo de cambio o la inflación hayan aumentado como lo hicieron, era demasiado optimista o pretender demasiado. Lo cierto es que se ganó 15% en términos de competitividad no estructural -es decir, costos laborales unitarios-, a través de toda la economía. Lo que pasa es que la distorsión en costos laborales unitarios contra otras economías es tan grande que no se puede lograr de un día para el otro. China tiene un costo laboral unitario que puede llegar a US$ 0,30 por hora y Argentina está en US$ 1,20 aproximadamente.

Entonces, por más que Argentina corrija en parte eso, es muy difícil que pueda competir en productos masivos con China, Tailandia, Vietnam, Malasia, Indonesia o esas economías con costo laboral nominal mucho más baja y con tecnología de una productividad más alta.

Es muy difícil para Argentina generar una competitividad tal en la industria, salvo en algunos nichos.

En ese contexto, ¿la apertura de importaciones que promueve el Gobierno y el nuevo régimen de compras puerta a puerta no suponen un riesgo para las industrias locales? En cuanto al régimen puerta a puerta, no, en absoluto. Porque creo que la compra puerta a puerta no puede ser tan significativa como para afectar a toda una industria en su conjunto. Las compras puerta a puerta son para ciertos sectores de alto poder adquisitivo, conectados, informados, pero eso no es el conjunto del consumo. En cuanto a la apertura a las importaciones, poner a Argentina a competir con textiles que vienen de Vietnam, de China, va a ser difícil. En esa competencia, el país tiene problemas de competitividad, como tiene todo el mundo. En Estados Unidos no hay producción local de textiles porque se importan de países asiáticos; han desplazado su producción industrial hacia los países asiáticos y han empezado a destruir trabajo industrial que no logran reemplazar por el trabajo del mismo valor, por lo que a los sectores medios y bajos les bajaron los ingresos y la gente empieza a sentir disconformidad. En Argentina, la substistencia de ciertas industrias, fundamentalmente de aquellas que producen productos de masividad, va a ser un problema.

Si no se quiere incrementar el proteccionismo, ¿qué se puede hacer para evitar eso? Para evitar eso, uno tiene que poner barreras que pueda poner dentro de las normas de la OMC. Extremar las protecciones, dentro de lo que sea un recurso permitido por la OMC está bien, porque uno tampoco puede generar un cambio de la noche a la mañana. Hay que cuidar a los sectores con estas normas internacionales, pero durante un tiempo, no se los puede cuidar durante toda la vida. Luego, la solución es de más largo plazo y pasa por la competitividad estructural. Esto es, mejorar la infraestructura, la calidad de la educación, las regulaciones, que las empresas empiecen a pensar para adentro si eficientizaron sus procesos, que el Estado también lo haga y que la carga impositiva no sea tan alta. Son un conjunto de cosas que vamos a ver en el tiempo, nada va a pasar los próximos dos años.

Pero en el medio hay un período de transición, ¿cómo debería ser? Ese período de transición tiene que tener muñeca. No hay ninguna transición que pueda generar un clima tal que lo bueno de la transición sea anulado por la resistencia natural de la gente a quedarse sin trabajo. Cualquier transición razonablemente hecha en cualquier lugar del mundo protege a los sectores más carecientes y a los laborales para que no haya una crisis de salud, de alimentos y de trabajo.

El Gobierno apostó a que vendría una “lluvia de dólares” que hasta ahora no se produjo. ¿Qué está faltando hoy para que los empresarios inviertan de manera más contundente? Primero, es probable que el Gobierno haya exagerado el optimismo.

Segundo, hay que entender cuál es la dinámica de las empresas en aprobar y ejecutar una inversión. En las empresas multinacionales, los proyectos de inversión en Argentina están en competencia con otros en otras partes del mundo. Luego, una vez que se aprobaron, tardan en ejecutarse.

Mientras tanto, a nivel de empresas nacionales, hoy estamos teniendo un problema que es el costo del financiamiento. Tenemos tasas en dólares de más de 20% anual.

Para generar un proceso de inversión, uno tiene que tener certidumbre, tener el riesgo acotado y posibilidades de financiarse. Por otra parte, las empresas más pequeñas y las medianas, que son las nacionales, para llegar a ejecutar mejoras de capital todavía requieren de un tiempo.

Y después están las inversiones de infraestructura, que están empezando a reactivarse. El problema es que llevaron un período de revisión de las contrataciones, de revisión de las licitaciones, de poner en marcha obras que estaban paralizadas. Pasar una economía muy cargada en el consumo a una más cargada en la inversión toma su tiempo.

Coyuntura Económica

12/05/2016

Desarrollo financiero, clave para el crecimiento económico

Dante Sica Director

En una columna publicada en El Cronista, Dante Sica, centraliza su análisis en la necesidad de desarrollar el mercado de capitales para canalizar las inversiones en iniciativas productivas que generen empleo y establezcan los pilares para una mayor competitividad en nuestro país.

Con cepo y todo, en 2015 la salida de capitales alcanzó 8.000 millones de dólares. Esta cifra determina una tarea que será prioritaria para el gobierno: evitar que los argentinos sigan girando sus ahorros en dólares a entidades financieras del exterior. Cada dólar de ahorro que se fuga al exterior es un dólar menos de inversión, y nuestro ahorro y nuestra inversión ya son bajos.

Las autoridades están trabajando en terminar con los obstáculos que impiden el acceso a los mercados internacionales de capital, ya sea bajo la forma de créditos o de inversión extranjera directa. Eso es positivo pero no influye sobre el flujo de ahorro argentino hacia el exterior.
Podría pensarse que esto va a cambiar naturalmente luego de la salida del default y gracias al cambio en el clima de inversión. Sin embargo, es importante destacar que en el mejor momento de acceso a los mercados externos durante la década de los noventa, el flujo de ahorro argentino hacia el exterior continuó siendo significativo. Esto es, mientras los extranjeros compraban empresas argentinas y el gobierno tomaba crédito externo, los ahorristas argentinos hacían inversiones en el exterior a buen ritmo.

Para un país rico y con un sistema financiero desarrollado, recibir inversiones del y mandar al resto del mundo es lo más natural porque es una forma de diversificar el riesgo. Pero paraun país como Argentina, con un sistema financiero raquítico y que prácticamente no posee empresas multinacionales; es un trastorno.
Los fondos deben canalizarse a inversión y a inversión de la buena, la que incrementa la productividad del trabajo y, por ende, crea empleos con productividad más alta.

Cuando se piensan la estabilización y el crecimiento de manera simultánea aparece naturalmente la necesidad de vincular la macroeconomía con la microeconomía. Y hoy en Argentina una herramienta fundamental para esa tarea está casi ausente: el mercado de capitales y un sistema financiero confiable. Sin desarrollo financiero no hay desarrollo de la economía.
El desarrollo financiero requiere un buen funcionamiento macro. Pero esta es una condición necesaria, no suficiente. Sin estímulos para que el sector privado coloque sus fondos en los mercados de capital del país, los bancos y otras instituciones no tienen incentivos para realizar la tarea de buscar a aquellos que tienen los mejores proyectos de inversión para prestarles la plata. O para mediar de forma de ayudar a asignar los riesgos de mejor forma.

En síntesis, no habría que realizar la tarea de estabilización macroeconómica sin encarar simultáneamente el trabajo de desarrollar los mercados de capital. En los momentos en los que nuestra economía logró una cierta estabilización y mejoró su clima de inversión, tendió sistemáticamente a caer víctima de fenómenos que perjudicaron nuestra competitividad y ello pasó porque los canales para asignar los fondos a un mejor uso no estaban construidos. Es como, de pronto, tener oportunidad de adquirir muchos camiones y no tener caminos adecuados para utilizarlos. Si se usan, se rompen rápido y entonces, no te llevan a ninguna parte.  

Competitividad

18/04/2016

La industria argentina muestra una baja competitividad de costos

Alberto Schuster Director Unidad de Competitividad

Argentina se ubica penúltimo en el Ranking ABECEB de Costo Laboral Unitario Global de Manufacturas CLU, mientras que Brasil cierra el monitoreo y China es el más competitivo con el primer puesto.

El CLU es una medida usada internacionalmente para determinar la “competitividad de costos” o “competitividad precio” entre los países. Representa el costo del trabajo para producir una unidad de producto en una industria en particular o en la economía en general y es el cociente entre el costo laboral total por hora trabajada para las manufacturas y el nivel de productividad de la mano de obra.

El CLU de ABECEB es el primer estudio que se elabora en Argentina sobre los costos laborales de la industria. Desarrollado por la Unidad de Competitividad, se suma al ranking ABECEB de Competitividad Global y al de Competitividad Sectorial de Manufacturas, dados a conocer el año pasado.

Mientras el costo por producto de la industria en Argentina es de 1,87 dólares; en Brasil es de 1,98; y en China que lidera el ranking, desciende a 0,17. Otros países que pueden tomarse como referencia son Estados Unidos con 0,41 dólares; Japón con 0,44; e Indonesia y México con 0,48 dólares.

El estudio expone los enormes desafíos que nos esperan a mediano plazo dado que, por nuestras características estructurales y conceptuales, no es socialmente viable plantear en el sector de manufacturas una estrategia de incremento de competitividad de costos mediante la reducción relevante de los costos salariales, sino que debe lograrse mediante un incremento significativo de la productividad laboral.

No basta con tener bajos costos laborales para obtener una ventaja de competitividad en la producción de manufacturas en un mundo globalizado. Por similitud entre las estructuras productivas manufactureras, Argentina tendrá que disputar el futuro de su industria en el mundo con los países emergentes industrializados, y la preocupación actual no es tanto que tenga altos costos laborales, sino que tiene una productividad demasiado baja como para sostenerlos. A mayor diversidad y valor agregado industrial, mayores salarios y poder adquisitivo. Por lo tanto, el camino por la Argentina no pasa por competir por costos con el mundo emergente, sino por elevar el capital humano y físico para obtener ganancias de productividad.

Argentina figura tanto entre los países de menor competitividad en el Ranking ABECEB de Competitividad Global así como en los de más alto CLU en el Ranking ABECEB de Costo Laboral Unitario Global de Manufacturas. Ello implica que tenemos tanto un bajo nivel de competitividad estructural como un bajo nivel de competitividad de costos en el sector industrial y ello nos tiene que llevar a un replanteo respecto de en qué sectores o en qué nichos sectoriales podemos ser competitivos y de qué manera el país se compromete en una política de mediano y largo plazo en orden a mejorar significativamente su capital humano y su productividad. 

Monetario y Financiero

07/04/2016

Política monetaria: la difícil tarea de marcar la cancha durante el partido

Juan Pablo Ronderos Economista. Gerente de Desarrollo de Negocios

En los últimos días, el Banco Central comunicó al mercado un cambio en su estrategia para contener la inflación, objetivo prioritario desde la asunción de las nuevas autoridades. De acuerdo a la entidad, la estrategia de fuerte absorción monetaria implementada en los últimos tres meses ha llegado a su fin, y ahora el instrumento para alcanzar la meta será el manejo de las tasas de interés. A simple vista, no habría mucho por decir respecto de este comunicado.


Pero despejando la superficie surgen conclusiones interesantes. La más importante, que el Central no logra marcar la cancha en términos de expectativas, lo que abre interrogantes de cara al éxito del programa económico para este año.

La entidad monetaria ha tenido un derrotero sinuoso desde la salida del cepo. En aquel momento, cuando se puso en marcha una salida muy agresiva de las restricciones múltiples al manejo de divisas, las nuevas autoridades anunciaron su plan de absorción monetaria para desacelerar el ritmo de expansión de los agregados hasta una tasa que fuera compatible con una meta de inflación no comunicada, junto a un aumento de las tasas de interés de referencia a niveles muy elevados.

Sin embargo, ante los resultados exitosos de la apertura cambiaria, el BCRA redujo las tasas con el mismo énfasis, en una señal de exceso de confianza. El partido recién comenzaba y el técnico parecía transmitir al equipo que el resultado estaba asegurado. Nada de esto sucedió y desde mediados de febrero asistimos a una suerte de ‘mini’ corrida cambiaria con un Central que no terminaba de reaccionar hasta que recibió la orden de ponerle un techo al valor del dólar, dejando un mensaje contundente. Así, las tasas volvieron a los niveles anteriores y la calma al mercado.

En este marco, el BCRA anuncia otro cambio en su estrategia e instala nuevas dudas acerca de cómo pretende manejar su política monetaria y cambiaria, lo que afecta las expectativas de inflación y devaluación, hoy en el centro de la escena del programa económico, que todavía busca encontrar su ancla nominal.

No hay dudas acerca de las múltiples y pesadas restricciones que enfrentan las nuevas autoridades del BCRA, que tienen que ver con la herencia recibida. Con la dominancia fiscal como principal corset y cuestiones como el pago de contratos de futuros y un enorme stock de LEBAC y con vencimientos muy cortos, la autoridad cuenta con poco margen de acción.

El riesgo es que el mercado lea el cambio anunciado como una salida no deseada e inevitable ante el enorme desafío de las próximas semanas en términos de vencimientos de deuda y no como una nueva fase de la política monetaria elegida por las autoridades.

Con una herencia que lo condiciona, es entendible que el BCRA intente reencauzar la situación. Sin embargo, no ha logrado anticipar las dificultades y empezar a trabajar sobre las expectativas. Lamentablemente, con una estrategia gradualista en lo fiscal, todo el peso en este sentido recae sobre sus espaldas. Es menester que el BCRA logre definir el rumbo y cómo jugará en una cancha con jugadores impacientes.

Comercio Exterior

05/04/2016

Argentina debería salir a buscar otros mercados de Latinoamérica

Mauricio Claverí Coordinador de Proyectos

[audio] En los últimos cuatro o cinco años, Argentina fue perdiendo inserción industrial en Brasil, de la mano del deterioro de competitividad que afectó a nuestro país, a lo que se sumó con especial fuerza este año la crisis del vecino. En este marco, si bien la pertenencia al Mercosur lo convierte en el mercado de mayor acceso a nivel local, debería apuntarse a ganar otras plazas de la región.

Coyuntura Económica

04/04/2016

La inflación debería desacelerarse en el segundo semestre

Dante Sica Director

¿Cuánto impactará en inflación en el segundo semestre la suba tarifaria? ¿Es sostenible la meta inflacionaria de 25% del gobierno nacional? ¿Puede bajar la inflación en el segundo semestre?

La suba de tarifas de gas, agua y transporte era esperable, y obedece a la corrección de precios relativos que está llevando a cabo las autoridades, que se inició con la depreciación del peso en diciembre pasado, y el incremento de las tarifas eléctricas después.

Si bien estos aumentos complican el cumplimiento de la meta inflacionaria, lo cierto es que una vez que queden atrás el ritmo de suba de los precios domésticos debería desacelerarse en los próximos meses, convergiendo a tasas mensuales de 1,0%/1,5%. Esa es la clave: aun cuando puedan haber dificultades este año para alcanzar la meta, el desafío relevante es lograr poner a la inflación en un sendero decreciente. Y no parece una tarea imposible de alcanzar: las menores correcciones de precios relativos deberían sumarse al impacto rezagado de una política monetaria más restrictiva, reduciendo las presiones sobre los precios.

En este marco, la principal fuente de incertidumbre pasa por cómo cierren las negociaciones paritarias, donde el acortamiento de los plazos de negociación podría ayudar en la medida que efectivamente se logre bajar la inflación en los próximos meses. A su vez, hay que tener en cuenta que para reducir la inflación hay que atacar dos tipos de factores: aquellos que la disparan -como la monetización del déficit fiscal y una política monetaria expansiva- y los que la alimentan (conformando la famosa “inercia” inflacionaria), donde las expectativas juegan un rol fundamental. Trabajar sobre esto último resultará clave de cara al futuro, y en ese marco, es necesario contar con un índice de precios oficial cuanto antes.

A su vez, no hay que descuidar que a pesar del impacto adverso en lo inmediato que esperablemente tendrán estas correcciones sobre la trayectoria de la inflación y la actividad económica, la distorsión de precios relativos constituye uno de los principales obstáculos para el crecimiento.

¿Cree que hay margen para una reactivación de la economía este año?

Las medidas adoptadas por la nueva gestión apuntan a sentar las bases para recomponer el crecimiento. Si los obstáculos que se ciernen no son menores, no parece imposible que en la última parte del año la economía vuelva a mostrar signo positivo, de la mano de un repunte de la inversión.

En cambio, el resto de los componentes de la demanda agregada no será de ayuda: el sector externo juega en contra (especialmente por la crisis de Brasil), el consumo perderá poder adquisitivo, y el sector público tampoco aportará, dada la necesidad de reducir el importante déficit fiscal existente.

¿El BCRA tiene margen para seguir interviniendo y sosteniendo el dólar a menos de $16?

En las próximas semanas, es probable que no aparezcan grandes presiones en el mercado cambiario. Descontado un acuerdo con los holdouts que abrirá las puertas al financiamiento internacional, y de la mano de la llegada de los “soja dólares”, la cotización del dólar debería mantenerse fuera del centro de la escena en el corto plazo.

Y si bien es cierto que al mirar el año en su conjunto el mercado luce “apretado” en término de oferta y demanda de divisas, lo que podría derivar en nuevas presiones en los próximos meses, el BCRA posee herramientas para evitar una excesiva volatilidad, como lo son la tasa de interés y la intervención en el mercado cambiario. Obviamente, el valor del dólar sobre el cual se estabilice el mercado no será independiente de la trayectoria futura de la inflación, y entre otras cosas, es por esta razón que resulta clave lograr cuanto antes desacelerarla.

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