Análisis

Política monetaria: la difícil tarea de marcar la cancha durante el partido

Juan Pablo Ronderos Economista. Gerente de Desarrollo de Negocios

Los cambios de rumbo adoptados por el Central complican el control de las expectativas, lo que abre interrogantes de cara al éxito del programa económico para este año.

En los últimos días, el Banco Central comunicó al mercado un cambio en su estrategia para contener la inflación, objetivo prioritario desde la asunción de las nuevas autoridades. De acuerdo a la entidad, la estrategia de fuerte absorción monetaria implementada en los últimos tres meses ha llegado a su fin, y ahora el instrumento para alcanzar la meta será el manejo de las tasas de interés. A simple vista, no habría mucho por decir respecto de este comunicado.


Pero despejando la superficie surgen conclusiones interesantes. La más importante, que el Central no logra marcar la cancha en términos de expectativas, lo que abre interrogantes de cara al éxito del programa económico para este año.

La entidad monetaria ha tenido un derrotero sinuoso desde la salida del cepo. En aquel momento, cuando se puso en marcha una salida muy agresiva de las restricciones múltiples al manejo de divisas, las nuevas autoridades anunciaron su plan de absorción monetaria para desacelerar el ritmo de expansión de los agregados hasta una tasa que fuera compatible con una meta de inflación no comunicada, junto a un aumento de las tasas de interés de referencia a niveles muy elevados.

Sin embargo, ante los resultados exitosos de la apertura cambiaria, el BCRA redujo las tasas con el mismo énfasis, en una señal de exceso de confianza. El partido recién comenzaba y el técnico parecía transmitir al equipo que el resultado estaba asegurado. Nada de esto sucedió y desde mediados de febrero asistimos a una suerte de ‘mini’ corrida cambiaria con un Central que no terminaba de reaccionar hasta que recibió la orden de ponerle un techo al valor del dólar, dejando un mensaje contundente. Así, las tasas volvieron a los niveles anteriores y la calma al mercado.

En este marco, el BCRA anuncia otro cambio en su estrategia e instala nuevas dudas acerca de cómo pretende manejar su política monetaria y cambiaria, lo que afecta las expectativas de inflación y devaluación, hoy en el centro de la escena del programa económico, que todavía busca encontrar su ancla nominal.

No hay dudas acerca de las múltiples y pesadas restricciones que enfrentan las nuevas autoridades del BCRA, que tienen que ver con la herencia recibida. Con la dominancia fiscal como principal corset y cuestiones como el pago de contratos de futuros y un enorme stock de LEBAC y con vencimientos muy cortos, la autoridad cuenta con poco margen de acción.

El riesgo es que el mercado lea el cambio anunciado como una salida no deseada e inevitable ante el enorme desafío de las próximas semanas en términos de vencimientos de deuda y no como una nueva fase de la política monetaria elegida por las autoridades.

Con una herencia que lo condiciona, es entendible que el BCRA intente reencauzar la situación. Sin embargo, no ha logrado anticipar las dificultades y empezar a trabajar sobre las expectativas. Lamentablemente, con una estrategia gradualista en lo fiscal, todo el peso en este sentido recae sobre sus espaldas. Es menester que el BCRA logre definir el rumbo y cómo jugará en una cancha con jugadores impacientes.