Informe
Informe Económico Mensual (IEM)
Resumen
Se modera el cambio: el gobierno juega a la Oca (por Dante Sica)
El inicio de la gestión de Macri estuvo signado por un giro rotundo en materia de política económica, apuntado al doble objetivo de estabilizar la macro y reencender el crecimiento con eje en la inversión y las exportaciones. Sin embargo, los costos sociales y políticos ocasionados por este cambio obligaron al gobierno a reajustar prioridades, restándole impulso a las correcciones. Las críticas no tardaron en llegar. Las señales oficiales de un mayor gradualismo, en especial en materia fiscal, generaron incertidumbre respecto del accionar de la política económica, despertando el temor de que los cambios quedarían en la nada, o en otras palabras, que el gobierno había cambiado para que nada cambie.
Sin embargo, creemos que el apartamiento de los objetivos buscados no fue tal, sino que las autoridades decidieron hacer un “desvío táctico” en su estrategia de llevar la economía hacia un nuevo período de crecimiento sostenido, atendiendo las restricciones que impuso la economía política. Visto desde esta óptica, el accionar del gobierno puede asemejarse al juego de la Oca: se retrocedió un casillero, para poder luego avanzar dos.
Obviamente, este rebalanceo aumenta los desafíos del programa económico, de manera que habrá que monitorear algunas cuestiones que permitan ir confirmando que se trata sólo de un desvío, y no un cambio de estrategia. En particular, será clave la trayectoria fiscal que surja del presupuesto de 2017, lo que permitirá determinar si las autoridades continúan comprometidas con el objetivo de consolidación de las cuentas públicas, aun a pesar de tratarse de un año de elecciones.
Mientras tanto, también será fundamental monitorear si la actual gestión continúa avanzando en acercar el “largo plazo”, lo que requiere trabajar en un programa productivo que apunte a garantizar las condiciones sistémicas de competitividad y que determine cuál será el rol de los principales sectores económicos en los próximos 30 años. En un marco de escaso margen cambiario, un aspecto clave será cómo mejorar la competitividad sin afectar el poder adquisitivo de los salarios (que deberían en cambio mejorar de la mano de un incremento de la productividad). Para ello, adquirirán suma relevancia aspectos como los costos logísticos, los seguros, la estructura impositiva y el acceso al crédito.
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Tabla de contenidos
El gradualismo, salida racional a una herencia pesadaAl gobierno le está resultando bastante trabajoso implementar su agenda de política económica, lo cual no es una buena noticia en un momento en que necesita mostrar que estará en condiciones de mantener la iniciativa cuando el período de “luna de miel” se haya terminado definitivamente. Sin embargo, parece lógico pensar que no es que las autoridades están perdiendo el rumbo sino que los obstáculos son enormes y el contexto es incierto. Pero lo que la actual gestión tiene a favor es que puede explicar cada medida que toma porque está tratando de moverse en la dirección que uno espera utilizando criterios de racionalidad que toman en cuenta no sólo la economía sino, también, la política.BOX | Nuevo PIB: pobres pero felicesCuando uno es pobre, muy poco alcanza para celebrar. Por eso no sorprende que recientemente los economistas hayan celebrado cuando el INDEC dio a conocer las nuevas estimaciones del PIB. En ningún país moderno y democrático se festeja esto, pero dada la pobreza informativa a que nos venía sometiendo el INDEC en los últimos años, con muy poco alcanzó para poner cara de fiesta: por fin empezamos a contar con cifras confiables sobre dónde estamos parados. Vale la pena, entonces, echar una mirada a lo que nos dicen esas cifras.El déficit fiscal sigue (y seguirá) complicando al BCRAEste año las nuevas autoridades del Banco Central fijaron un límite a la emisión de pesos para financiar al Tesoro, como un paso hacia la recuperación de la autonomía del manejo monetario y cambiario, tras un largo período de “dominancia fiscal”. Este intento de lograr una mayor independencia del BCRA resulta sin dudas un avance, en especial teniendo en cuenta la elevada (y creciente) inflación con la que hemos convivido en el último lustro. Sin embargo, mientras persista el desbalance de las cuentas públicas, será una tarea poco menos que imposible de lograr.