Informe
Informe Trimestral de Proyecciones (ITP)
Resumen
Si bien la recuperación de la economía mundial prosigue sin grandes sobresaltos, lo cierto es que el ritmo de crecimiento luce cada vez más débil. En este sentido, en su última edición del World Economic Outlook, el FMI volvió a reducir sus proyecciones para 2016 y 2017 al igual que lo hizo en la publicación de abril último.
Según el informe, la economía global crecería 3,1% y 3,4% en 2016 y 2017 respectivamente (versus 3,2% y 3,5% en la última publicación). El deterioro de las perspectivas y la desaceleración con respecto al crecimiento efectivo de 2015 tiene su razón de ser en la peor performance de los países avanzados. Tanto Estados Unidos como Japón vienen creciendo bien por debajo de las expectativas y Europa entró en un ciclo de fuerte incertidumbre tras el “Brexit”. Así, se espera que crezcan 1,8% tanto en 2016 como el año próximo, lo que representa un crecimiento algo más lento que el esperado a principios de año cuando el mismo FMI pronosticaba un avance del 2,1% para el bienio en cuestión.
Por su parte, los países Emergentes crecerían apenas por encima de lo pronosticado en la última edición del WEO. De la mano de la estabilización de China y el rebote del precio internacional de los commodities, se espera crezcan 4,1% y 4,6% en 2016 y 2017 respectivamente. Para el caso de Latinoamérica, los augurios no son alentadores puesto que se pronostica una caída del 0,5% para este año. Si bien la contracción será resultado de la crisis que atraviesa Brasil desde el año pasado, se evidencia una desaceleración generalizada en la región. Ya en 2017 Latinoamérica podría volver a crecer 1,6%, siempre a condición de que el gigante sudamericano logre revertir su traumático presente.
En el plano local, el primer semestre fue un periodo de fuertes ajustes en el cual se logró advertir las intenciones del nuevo gobierno de virar hacia un modelo traccionado por la inversión y las exportaciones. El nuevo programa económico se fundó en cuatro pilares fundamentales: un régimen cambiario de creciente flexibilidad, uno monetario que gire en torno a metas de inflación, una política fiscal gradualista y una comercial tendiente a devolverle apertura a la economía a partir de una redefinición amplia de los socios comerciales que hoy tiene Argentina.
La primera etapa de esta transición hacia un nuevo modelo económico no resultó neutral en términos de costos económicos y políticos. La primera consecuencia del ajuste de precios relativos fue la aceleración inflacionaria que llevó el avance de precios hasta un nivel superior al 40% i.a. Por su parte, la actividad económica también reaccionó negativamente y se espera caiga 2,8% i.a. en el segundo trimestre del año.
En términos políticos, el empeoramiento de la situación económica se tradujo en un tibio aunque inquietante y creciente malestar social con el rumbo del gobierno en sus primeros meses de gestión. Frente a ello, la decisión oficial fue la de rebalancear sus prioridades y poner el foco en la recomposición de ingresos reales a partir de un aumento proyectado del gasto público, en especial en obras de infraestructura.
Sumado a este impulso desde el Estado, se espera que continúen ingresando capitales de manera progresiva por lo que no se avizoran tensiones cambiarias en el corto plazo.
De esta manera, la economía podría repuntar a partir del tercer trimestre del año a costa de un mayor déficit fiscal, el cual estimamos cierre en 4,8% del PBI (nivel equivalente al de 2015), y de una desinflación más moderada.
Además de estos dos factores que, al alejarse del cortísimo plazo, probablemente significarán un lastre para el crecimiento económico, deben advertirse los riesgos que surgieron tras la decisión de la Justicia federal de frenar los aumentos tarifarios del gas dispuestos por el gobierno no tanto por su impacto fiscal (estimado en 0,2% del PBI) sino más bien por la incertidumbre que sembraría tal decisión en un sector muy sensible a los cambios bruscos de reglas de juego.
Más allá de estos puntos a tener en cuenta, según nuestras estimaciones la economía cerraría el año con una caída del 0,8% para luego pasar a crecer 3,8% en 2017 de la mano de una macroeconomía más ordenada y de un fuerte repunte en las inversiones. Asimismo, la inflación cerraría 2016 algo por encima de nuestras últimas proyecciones alcanzando una variación i.a. del 38,6% y un ritmo de avance mensual del orden del 1,5%/2,0% hacia el último trimestre del año. Ya con los ojos puestos en el año que viene, la inflación convergería paulatinamente hacia las metas oficiales de inflación mostrando un avance del 19,3%.
Tabla de contenidos
Contexto internacionalLa economía global crecerá a un ritmo moderado en 2016, aunque los pronósticos vienen ajustando a la baja desde hace varios mesesContexto localDe los ajustes iniciales al rebalanceode prioridadesLa clave del próximo trimestremetas de inflación, paritarias y tarifasEscenario de mediano plazomás allá de la estabilización de la macro