Análisis

El desafío es encender el crecimiento

Mariano Lamothe Economista. Gerente de Análisis Económico

El mayor gasto de energía de un motor se realiza en el momento de su puesta en marcha. Una vez funcionando, mantenerlo andando implica un menor esfuerzo. Justamente, Argentina busca poner la máquina a funcionar. Si bien hay razones para el optimismo, revitalizar la economía a partir de las inversiones y la generación de empleo productivo dista de ser una tarea sencilla.

El mayor gasto de energía de un motor se realiza en el momento de su puesta en marcha. Una vez funcionando, mantenerlo andando implica un menor esfuerzo. A veces, los sistemas económicos funcionan de forma similar.

Los teóricos macroeconómicos suelen referirse a este problema como “fallas de coordinación”. Ocurre, por ejemplo, cuando dos inversiones deben realizarse de forma simultánea para ser rentables (i.e. hoteles y agencias de turismo). En un modo más agregado, los inversores esperan la reactivación de la demanda para efectivizar los desembolsos de capital…pero la economía no arranca sin estas inversiones.

Justamente, Argentina busca poner la máquina a funcionar. El sendero de crecimiento de largo plazo que se busca es perfectamente consistente y plausible porque todas las variables se retroalimentan. El crecimiento económico reduce el déficit, incrementa la demanda de dinero y disminuye las necesidades de emisión, ayudando a su vez a controlar la inflación. La baja inflación favorece el crédito y mejora las expectativas, ayudando a incrementar la inversión, impulsando el crecimiento y también reduciendo aún más las presiones inflacionarias. Pero lo difícil es poner este círculo virtuoso a funcionar.

Una manera de superar este escollo es con proyectos que otorguen una rentabilidad lo suficientemente elevada para incentivar a los empresarios a correr el riesgo. Esta es una característica que juega a favor de Argentina. La falta de inversión de los últimos años hace que el beneficio marginal de los nuevos proyectos supere los niveles habituales. Sobran ejemplos: la cuota Hilton desaprovechada, costos (y por lo tanto potenciales retribuciones) de la energía eléctrica por encima de la media regional, proyectos mineros con altísimo potencial, obras viales y ferroviarias que podrían bajar sensiblemente el costo de transporte y por lo tanto poseen altos retornos sociales. 


Sin embargo, para que los proyectos se realicen debe otorgarse un marco legal, tributario y jurídico adecuado que resulte atractivo para los inversores. En los sectores donde esto se cumple, comienzan a observarse resultados. Tras el cambio en la política agropecuaria se aceleró sensiblemente la retención de hacienda bovina y se proyectan aumentos de más de 25% en el área sembrada de maíz y trigo. En la minería, las empresas postergan cierres y buscan reactivar proyectos (aunque por los tiempos de la actividad, no se verá un impacto en el corto plazo). También se observa un gran interés de los inversores por las licitaciones de energías renovables, que podrían otorgar rendimientos atractivos en el largo plazo.

Revitalizar la economía a partir de las inversiones y la generación de empleo productivo dista de ser una tarea sencilla.

En primer lugar, será importante fijar objetivos más claros en cuanto al rumbo de la política macroeconómica, que permitan anclar expectativas y brindar mayor certidumbre. Las idas y vueltas con políticas clave, especialmente la dificultad para fijar el nuevo cuadro de tarifas en los servicios públicos, el sostenimiento de un importante déficit fiscal y una inflación que ya ha superado el objetivo planteado para todo 2016, conspiran contra este objetivo. A esto se suman las elecciones de medio término del año entrante, lo que arroja dudas sobre la voluntad del gobierno de terminar de corregir estos desequilibrios.

A su vez, todavía resta definir variables clave de la política regulatoria. Sin revisión tarifaria integral, aún no se determinaron mecanismos de fijación de precios de largo plazo para la distribución eléctrica. Tampoco existe una normativa clara para que el sector privado encare la construcción de obras de infraestructura vial o ferroviaria, por lo que continúa dependiéndose de las posibilidades del gobierno para obtener financiamiento.

De esta forma, la reactivación de la economía Argentina dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno nacional para coordinar las expectativas y generar condiciones favorables de la inversión. Las correcciones macro por sí solas no necesariamente garantizan el éxito del programa. Habrá que agregar certidumbre en cuanto a los mecanismos de fijación de precios en el largo plazo con menor lugar a discrecionalidad (de este gobierno y los futuros). También será clave la política sectorial, para maximizar los encadenamientos generados por las inversiones venideras y evitar que esto sea compensado por una menor producción de los sectores menos beneficiados por el giro en la política.

Si bien se debe enfrentar un gran desafío, en líneas generales, hay razones para el optimismo. Existen sectores con gran potencial, apoyo de organismos de crédito internacionales y un renovado interés por parte de inversores locales y extranjeros. El impulso del sector agropecuario comenzará a notarse en el segundo semestre y el de la construcción en 2017. Otros sectores como la industria automotriz comenzarán a despegar después años de caída en la actividad. Como se mencionó, una vez que la maquinaria comience a funcionar, se facilitará alcanzar los objetivos planteados