Análisis

¿Y si estamos mirando mal el calendario? El tercer semestre y la inflación

Juan Manuel Germano Director Isonomía Consultores

Actualmente, el gap entre la percepción presente y futura muestra una distancia pocas veces vistas desde el retorno democrático: un presente estructuralmente malo pero un futuro esperanzador. La inflación parece ser el factor fundamental a la hora de analizar si el gobierno logra cerrar este gap mediante una mejora de percepción del presente. En este sentido, todo parece indicar que la sociedad está doblando la apuesta y dando tiempo por encima del esperado, poniendo sus ojos por delante del segundo semestre.

Independientemente de las discusiones sobre las tácticas de comunicación gubernamentales, Cambiemos ha elegido el segundo semestre del año como ancla para una mejora palpable de la situación económica de nuestro país. Tanto analistas especializados como la opinión pública general evalúan esta misma determinación, pero con prismas distintos: mientras los primeros tachaban los días del calendario para evaluar si se cumplieron o no las promesas esgrimidas, los segundos “compraron” el concepto general de la necesidad de otorgar más tiempo, pero sin tanta precisión a nivel almanaque. Así, puede ocurrir que el gobierno pueda tener más tiempo del que imaginamos.

Desde su asunción, diversas variables que resultan útiles para medir el apoyo popular del Presidente han sufrido subas y bajas, tanto por situaciones específicas como por desgastes propios de la gestión. De esta manera, si bien la aprobación gubernamental o la imagen presidencial se sostienen en parámetros razonablemente altos, han disminuido desde los primeros días.

De todas formas, la única variable que ha crecido de manera permanente se refiere a las expectativas futuras, logrando una dinámica sumamente particular. Actualmente, el gap entre la percepción presente y futura muestra una distancia pocas veces vistas desde el retorno democrático: un presente estructuralmente malo (sólo el 9% considera que su situación económica es mejor que hace un año) pero un futuro esperanzador (el 64% cree que estará mejor dentro de un año).

La inflación parece ser el factor fundamental a la hora de analizar si el gobierno logra cerrar este gap mediante una mejora de percepción del presente, pero se generan varios interrogantes sobre el tema. En primer lugar, sobre los resultados. Asumiendo que la inflación baje durante este semestre que recién comienza, inclusive contentando al equipo económico nacional, ¿se corresponde con las expectativas sociales? En otras palabras, y por más que sea significativa, ¿es suficiente la baja? En segundo término, no termina de esclarecerse el mandato que la ciudadanía le otorga al gobierno sobre la cuestión inflacionaria. Así, en caso de disminuirla ¿se lee como un premio o solamente como una obligación? Por último, la responsabilidad sobre la inflación tiene, hoy por hoy, tres responsables principales que le dan aire al gobierno: el kirchnerismo, los empresarios y la actual gestión. El paso del tiempo va centralizando la responsabilidad en Macri y de esta manera, achicando su capacidad de maniobra y agigantando su necesidad de dar respuestas concretas.

La intangibilidad del concepto del futuro promisorio es una de las principales espadas que el gobierno posee para luchar contra medidas impopulares (inclusive más que ciertos aciertos concretos como el fin del conflicto con los Holdouts o la salida del cepo cambiario) y los estudios muestran que esta variable no solo está intacta, sino que continúa mejorando. Asumiendo las impredecibles derivaciones de la cuestión inflacionaria, todo parece indicar que la sociedad está doblando la apuesta y dando tiempo por encima del esperado, poniendo sus ojos por delante del segundo semestre. La consecuencia directa de esta lectura es que probablemente ya no sea suficiente un pacto de prosperidad próxima potencial como tenemos en el presente, sino una ferviente necesidad de influir en el día a día personal.