Análisis
Fiscal
10/02/2016Los desafíos del gradualismo fiscal

Director
Columna de opinión publicada en La Voz del Interior el domingo 7 de febrero: Durante el primer mes de su gestión, el nuevo gobierno optó por integrar las dos modalidades. Mientras en el plano cambiario la nueva administración eligió una política de “shock”, en el fiscal/monetario/inflacionario se inclinó por una estrategia gradual consistente con el objetivo de minimizar el impacto social de la corrección de los desbalances internos heredados. Este gradualismo fiscal es una estrategia compleja.
Por su propia naturaleza, los debates preelectorales son olvidados antes de que las urnas determinen el sucesor. No obstante, la discusión económica de campaña se centró en determinar si la coyuntura debía ser interpelada por una política de shock o con medidas graduales.
Durante el primer mes, el nuevo gobierno optó por integrar las dos modalidades. Mientras en el plano cambiario la nueva administración eligió una política de “shock”, en el fiscal/monetario/inflacionario se inclinó por una estrategia gradual consistente con el objetivo de minimizar el impacto social de la corrección de los desbalances internos heredados.
En el plano fiscal, el equipo del ministro Prat Gay apunta a bajar el elevado déficit primario desde 5,8% del PBI en 2015 en un punto porcentual en 2016 y en un punto y medio los años subsiguientes, para exhibir una situación de virtual equilibrio en 2019.
Este gradualismo fiscal es una estrategia compleja. Los objetivos son desafiantes ya que reducir el déficit un punto del PBI en 2016 luce factible, pero seguir recortándolo un punto y medio por año adicional durante los próximos tres –y encima con elecciones de por medio- luce como una apuesta inédita en la historia argentina reciente y que exigirá de una conducta y disciplina fenomenal.
En 2016, con el aumento de tarifas eléctricas se podrá bajar aproximadamente el gasto fiscal en subsidios en 1 punto del PBI y con el ajuste que se preanuncia en gas es factible llegar al total al que aspira el gobierno de 1,5%. Tampoco es complejo disminuir gastos excedentes considerando los enormes bolsones de ineficiencia heredados. Con menos gasto y si la recaudación no se resiente más que por el otorgamiento de concesiones ya otorgadas (rebaja en el impuesto a las ganancias, quita/rebaja de retenciones) será factible lograr la meta de achicar el déficit previsto a nivel oficial.
Es claro que el gradualismo fiscal exige que transitoriamente se siga apelando a la emisión para financiar al fisco lo que hace más ardua la tarea de bajar la inflación. Y otra de las condiciones centrales para que el programa logre su objetivo es sellar un acuerdo con los holdouts. La solución en este frente, además de necesaria para pagar vencimientos de deuda (que en 2016 son 6.600 millones de dólares, pero trepan a 12.000 millones en 2017 por el pago del Bonar X), permitirá financiar el camino hasta un equilibrio fiscal esperado para unos años adelante.
Pero luego de este primer año de acomodamientos, el ajuste fiscal será un nuevo reto. La tarea de avanzar sobre el gasto se complicará porque se tendrá que apuntar a segmentos más sensibles (por ejemplo ajustar tarifas al transporte) y también, habrá menos “derroche” por recortar. La expectativa de que si se retoma la senda del crecimiento la mejora recaudatoria podría contribuir a mermar el déficit y reducir el esfuerzo por el lado del gasto público tiene fundamento, pero la realidad es que ello será difícil dado que se parte de una situación de presión tributaria récord en perspectiva histórica.
Si bien los pasos dados apuntan en la dirección correcta y resultan consistentes con un programa macro integral, el horizonte no está exento de riesgos que exigirán de un monitoreo permanente. Se aproximan días cruciales en materia política, social y económica en los que se dirimirá la puja en torno al triángulo salarios– inflación- tarifas. Para tener éxito será crucial que las negociaciones paritarias se encaucen en un marco de racionalidad consistente el objetivo de moderar la inflación y que el traslado de la devaluación a precios sea moderado. Y para ello es primordial que no haya dudas respecto del frente fiscal y sobre la estrategia gradualista elegida. Es que de haberlas, las metas manifestadas por el gobierno serán cuestionadas, lo que complicaría las negociaciones. Así, además de las paritarias como desafío de las próximas semanas, el frente holdouts será también clave para el éxito de la gestión económica y política.
Pese a que el escenario luce espinoso, la buena noticia es que si el Gobierno logra sortear un primer semestre que se presenta complejo, la economía argentina tiene chances de comenzar a repuntar a partir de agosto y consolidar su crecimiento en 2017.