Análisis
Coyuntura Económica
14/06/2016Los dilemas de Brasil, las urgencias de argentina

Director
En una columna publicada en La Voz del Interior, Dante Sica, director de ABECEB, analiza en profundidad la crisis de Brasil y sostiene que su recesión “tiene serios impactos a nivel local. En Argentina, por cada punto que cae el PIB brasilero, el producto argentino se reduce 0,25 puntos. Esto ocurre principalmente porque si Brasil no crece, no importa productos argentinos”.
“Para Argentina, que también está en un proceso de rebalanceo de la economía y significativos cambios, es importante que el vecino país deje de caer y encauce su economía, principalmente por lo que implica para la industria local, la demanda de un Brasil que logra recuperarse”, concluye.
Brasil está inmerso en una grave recesión económica, alimentada por una crisis política de dimensión aún desconocida. En 2015, su economía registró una caída del PIB de 3,8%, y este año sufriría una baja similar. La inversión está en el centro de los problemas, con un retroceso de 14,2% en 2015. Mientras tanto, los escándalos de corrupción mantienen en vilo al país, tras provocar la acusación y hasta detención de altos funcionarios y empresarios. En este escenario se enmarca la decisión del Congreso de iniciar un juicio político a Dilma Rousseff, acusada de alterar información pública para cumplir con la meta fiscal. Y la crisis política está lejos de ser resuelta tras la asunción de Temer, si se tiene en cuenta que con escasos días en la administración, dos ministros dejaron su cargo debido a trascendidos que los comprometen en causas de corrupción.
El magro desempeño económico de Brasil tiene origen, fundamentalmente, en dos factores estructurales: un importante desequilibrio fiscal y una baja competitividad. Entre 1996 y 2014, la presión tributaria subió unos diez puntos porcentuales del PIB. Hoy se ubica en torno del 33% del PIB y supera a la de muchos países desarrollados. A pesar de eso, la inversión pública en infraestructura en relación al producto es muy baja. El Estado recauda pero no invierte. Pero a pesar de la elevada presión tributaria, la recaudación no alcanza. Desde 2014 el resultado fiscal primario es negativo, lo que significa que el Estado no ahorra un solo real para pagar los intereses de lo que debe y, como el monto de esos intereses es enorme, el déficit fiscal total también lo es.
La baja competitividad es, sin dudas, el otro gran obstáculo que detiene su crecimiento. La economía muestra déficit de cuenta corriente desde 2008, con un máximo de 4,3% del PIB en 2014. Bajo estas circunstancias, no sorprende que la tasa de inversión brasilera sea extremadamente baja (19,7% del PIB en 2015, la menor de América Latina, región que promedia 21,1%). Un país que ahorra e invierte poquísimo no puede crecer de manera sostenida. Brasil no es ni será la excepción.
Para volver a crecer de manera sostenida, Brasil necesita aumentar las tasas de ahorro e inversión. Y el que debe hacer el esfuerzo es el sector público porque es el que tiene un déficit enorme y absorbe el ahorro de la sociedad sin usarlo para invertir. A su vez, como la presión tributaria es muy elevada, no se pueden aumentar los impuestos para bajar el déficit y, por lo tanto, lo que deberá ajustar es el gasto público.
Para reducir el gasto, se debe reformular el sistema de seguridad social, que absorbe bastante más del 10% del PIB en un país que aún no empezó a envejecer. Esto pasa porque es demasiado generoso con los estratos más altos y los estudios muestran que genera desigualdad antes que ayudar a eliminarla.
Lograr que la economía se ponga en marcha es clave para realizar las reformas que se requieren. La asunción de Temer podría dar algo de impulso a las expectativas empresarias, permitiendo cierta estabilización de la economía. Pero no hay que olvidar que la economía, para reanimarse, reclama reformas profundas. Las acciones no deben demorarse. Y el presidente interino ha dado muestras en esta dirección. Tras lograr la aprobación del Congreso para ampliar el objetivo de déficit primario de 2016 a 2,75% del PIB, anunció una serie de medidas destinadas a abordar los importantes desbalances existentes. Entre las más importantes aparece la adopción de un techo en el crecimiento del gasto público, límites estrictos a los subsidios y medidas que mejoran la gestión de las empresas públicas. A su vez, se espera que este mes el gobierno anuncie el programa de infraestructura “Crescer”, que tiene como objetivo crear un paquete de concesiones, asociaciones público-privadas, y oportunidades de privatización en áreas prioritarias como la energía, la logística y el saneamiento básico.
En este marco, es posible esperar que la economía vecina toque un piso este año, y logre una pequeña recuperación en 2017, con una suba del PIB en torno a 0,5%. La inversión debería liderar esta leve mejora, traccionada por una menor incertidumbre interna y la existencia de lineamientos más claros sobre cómo se corregirán los desbalances.
Hoy la crisis brasileña tiene serios impactos a nivel local. En Argentina, por cada punto que cae el PIB brasilero, el producto argentino se reduce 0,25 puntos. Esto ocurre principalmente porque si Brasil no crece, no importa productos argentinos. Varios sectores, desde la industria automotriz hasta diversas economías regionales tienen al mercado brasilero como principal destino de las exportaciones. Las ventas a Brasil representan 19,3% del total exportado por Argentina, pero 43,6% de las ventas externas industriales. A su vez, con la demanda interna en caída y el real más competitivo, los productores vecinos intentarán colocar su excedente de producción en nuestro país, también primer destino de sus ventas externas. Esto ya ha comenzado a observarse, y provoca insomnio en la industria local. De hecho, recientemente Argentina redujo las ventas y además, vio crecer sus importaciones. En los primeros cinco meses del año, el déficit bilateral se triplicó hasta los USD 1.872 millones, justamente por el menor ritmo de compras de productos argentinos por parte de importadores brasileños. En términos sectoriales, se observa una retracción en la mayoría de los segmentos industriales, compensada parcialmente por el comportamiento positivo de los envíos al exterior de maquinaria agrícola, productos farmacéuticos, y fertilizantes y fitosanitarios. Las mayores caídas las registran el sector automotriz, los productos químicos y los bienes agrícolas.
Así, para Argentina, que también está en un proceso de rebalanceo de la economía y significativos cambios, es importante que el vecino país deje de caer y encauce su economía, principalmente por lo que implica para la industria local, la demanda de un Brasil que logra recuperarse.