Análisis

Competitividad

22/02/2016

Capital humano, competitividad y crecimiento sostenible en el futuro

Alberto Schuster Director Unidad de Competitividad

La calidad del capital humano de un país, materializada en la capacidad de su fuerza laboral para generar bienes y servicios es, en el largo plazo, el principal determinante en la habilidad del país de generar valor agregado, competitividad y crecimiento sostenible. Existe de hecho, correlación entre la calidad del capital humano y el nivel de competitividad del país.

De los primeros 20 países del ranking de competitividad global construido por ABECEB y que comprende 42 países, 17 se ubican entre los de mayor capital humano de acuerdo con el ranking del Human Capital Report 2015 (HCR) del World Economic Forum y que comprende 124 países. Argentina aparece en el lugar 38 en el de competitividad y en el 48 en el HRC; pero con un rasgo preocupante: cuanto más se desciende en las escalas de edad peor calificados estamos, siendo nuestras peores calificaciones en los segmentos de hasta 15 años y de 15 a 24 años: nuestro futuro.

Tomando otros indicadores de la competitividad de países, más coyunturales y específicos como el de Costos Laborales Unitarios (CLU) de manufacturas, que se calcula mediante el cociente entre el costo laboral total por unidad de producto manufacturado y el nivel de productividad industrial, existe una correlación similar.

Para ponderar la calidad del capital humano se evalúan: enrolamiento educacional, calidad de la educación, logro educativo, el aprendizaje en el trabajo, la participación económica de la fuerza laboral, las capacidades laborales aplicadas y finalmente la vulnerabilidad en el trabajo del segmento más joven de la sociedad.

La calidad del capital humano de un país será, asimismo, un factor determinante en lo que se comienza a percibir como dos nuevos paradigmas de los años venideros: ‘la cuarta revolución industrial’ y el ‘capitalismo de la seducción’ que se caracterizan por la disrupción con alcance global en la forma de operar en la mayoría de las actividades y sectores económicos. La convergencia de tecnologías como la inteligencia artificial, robótica, la conectividad entre los objetos, los vehículos autónomos, la nanotecnología, la biotecnología y la capacidad de procesamiento y almacenamiento de datos, la impresión en 3D, entre otras generará nuevas posibilidades de incrementar la productividad de la economía y con ello el bienestar de la gente. A su vez se requerirán no sólo capacidades cognitivas sino también de innovación, expresividad, creatividad, cooperación e intuición.

Pero, debe observarse que estos beneficios pueden no ser para todos: aquellos con un nivel educacional y con capacidades para, no sólo ser parte de la fuerza laboral que se relacione con estas nuevas tecnologías, sino aquellos que exploten sus beneficios como creadores, emprendedores, proveedores de capital, de servicios, etc serán los beneficiados. Por el contrario aquellos con menores capacidades estarán expuestos a sufrir las consecuencias de lo que se prevé como uno de los mayores peligros de estos nuevos paradigmas: una ampliación de la inequidad respecto de que ya hoy comienza a ser una tendencia, tanto en los países desarrollados como nuevamente en los emergentes.

Como ya hemos apuntado, nuestro país hoy se caracteriza por mostrar bajos niveles de competitividad como altos niveles de Costo Laboral Unitario (CLU) en manufacturas, derivado de alto costo laboral y baja productividad. Al ser un país de ingreso medio-alto y por sus bases culturales, no es factible mejorar los niveles de CLU mediante una reducción significativa del costo laboral, lo que torna imperativo en orden a adaptarse al mundo competitivo de hoy, pero mucho más a los requerimientos de los ‘nuevos paradigmas’, dar un salto cualitativo y significativo en la calidad de nuestro capital humano.

Pasada la etapa de las correcciones macro y pasado el peine grueso sobre las actuales restricciones que generan nuestra baja competitividad: infraestructura, financiamiento, gasto público improductivo, mercado de capitales, país cerrado etc, el gran desafío de nuestro sistema socioeconómico deberá ser la generación una real política de estado para lograr la conjunción sinérgica de nuestros recursos dados: los naturales; y aquellos que cuya calidad debemos conseguirla con buenas políticas sostenidas en el tiempo: nuestro capital humano.