Análisis
Competitividad
06/01/2016"Argentina dejó de ser un país competitivo"

Director Unidad de Competitividad
En un extracto de la entrevista con Revista Fortuna, Alberto Schuster, Director de la Unidad de Competitividad de ABECEB, describe la situación actual de nuestro país en términos de competitividad. Al respecto indica que existen dos tipos de competitividad: la coyuntural, que depende del tipo de cambio y se mide por los costos laborales unitarios, y la estructural, que es la que un país puede sostener a lo largo de los años y en la que el nuevo gobierno debería trabajar.
Existen dos tipos de países competitivos: los desarrollados, con alto nivel educativo y tecnológico, de los cuales Argentina está distante, y los que pagan salarios paupérrimos, pisando el costo laboral unitario, modelo al cual no deberíamos descender jamás. Entre estas dos aguas navega hoy la economía local, aspirando a acercarse a los primeros.
El sector productivo sobrevive atenazado por dos circunstancias disímiles: la actualización del tipo de cambio, que produce efectos benéficos inmediatos sobre las exportaciones, y la urgencia por plasmar un plan de infraestructura a largo plazo que cambie por completo el esquema empresarial de costos. Este, sostiene Alberto Schuster, director de la Unidad de Competitividad de ABECEB, es el rumbo a seguir por la nueva administración.
Fortuna: ¿De qué hablamos cuando hablamos de competitividad?
Schuster: Habría que definir algunas ideas en torno a la competitividad. La primera es que hoy en este mundo globalizado los países compiten. Compiten porque sus empresas se expandan en el mundo, compiten por tomar mercados a través de las exportaciones, compiten por el superávit comercial, compiten para defenderse de las importaciones de otros países. ¿Cuándo se dice que un país es competitivo? Cuando su sistema socio-político ha creado un medioambiente de negocios por el cual las empresas pueden competir globalmente, generar inversión, empleo y utilidades.
Fortuna: ¿En qué situación se encuentra Argentina?
Schuster: Argentina hace bastante tiempo que dejó de ser un país competitivo. No es un problema que dejó el último gobierno, si bien no ha mejorado para nada esta situación sino que la empeoró. Nuestro país en 1920 tenía el noveno ingreso per cápita del mundo y el quinto parque automotor del mundo. Participábamos del comercio internacional de una manera mucho más amplia, fundamentalmente porque era otro patrón el que regía el mundo. Argentina se había especializado como productor de commodities e importaba las manufacturas. Con la crisis del ’29 los países se cerraron. Argentina empezó entonces a tener manufacturas locales y a recibir inversión extranjera. Luego el mundo se abrió otra vez, pero Argentina no se abrió nunca más. Nos mantuvimos como un país caracterizado por una participación pequeña en el comercio internacional y desde los años ’40 hubo un gasto público muy alto con respecto al producto. Un país con pequeña participación en el comercio mundial y gasto público alto difícilmente sea competitivo.
Fortuna: ¿Cómo está ubicado nuestro país en los rankings más importantes de competitividad?
Schuster: Hay dos rankings internacionales muy divulgados. Uno es el del World Economic Forum y el otro es confeccionado por el IMD, que es una universidad de Lausana. También tenemos el que hacemos nosotros en ABECEB, un ranking de competitividad global. En todas las mediciones Argentina está siempre en la parte más baja de los países competitivos. En el Ranking ABECEB de Competitividad Global Argentina, Indonesia, Brasil, India y Venezuela resultan los de peor desempeño.
Fortuna: ¿Cuánto impulsaría a la competitividad argentina una devaluación del peso?
Schuster: Hay dos tipos de competitividad: la real, la estructural, que es la que un país puede sostener a lo largo de los años. Y hay otra competitividad que uno gana de manera coyuntural, y se mide por los costos laborales unitarios (CLU). El CLU consiste en medir cuánto me cuesta a mí una unidad de producto de un país. Toma en cuenta el nivel de sueldos, las cargas sociales y otros costos como aguinaldo, ART, contribuciones sindicales. Se toma el costo laboral total y se lo pondera por la productividad del país. Argentina tiene hoy un costo laboral unitario altísimo, superior a México y Brasil. Si se devalúa, el CLU será más bajo. Si uno toma el modelo asiático de desarrollo de los años ’60, es decir Corea del Sur, Taiwán, Malasia, tenían gente con muy bajos salarios que venían del campo. Pero Argentina nunca va a ser un país de costos laborales bajos.
Fortuna: Habría que buscar la competitividad por otro lado, no necesariamente pisando los salarios.
Schuster: Ahí hay que trabajar entonces en la competitividad estructural. Eso es mejorando la inserción de Argentina en el mundo, la calidad de la infraestructura y la calidad de la educación, que en el largo plazo es el factor más importante. Hay otro factor que es la calidad del Estado, que es relevante. Entre las tres partes que interactúan -el Estado, las empresas y la sociedad civil-, el gobierno es el más importante. Además de brindar estabilidad macroeconómica, el Estado debe asegurar la calidad de la Justicia, la protección de los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos.
Fortuna: ¿El Plan Belgrano de infraestructura que impulsa el Gobierno para el norte del país puede significar un salto de calidad?
Schuster: En Argentina hay dos momentos: uno es corregir los desequilibrios macroeconómicos actuales, eso es fundamental. Después que se corrijan, la economía puede volver a crecer a una tasa razonable. En el largo plazo hay que trabajar en la competitividad estructural. El Plan Belgrano es parte de eso. Si todo el norte está cruzado por líneas férreas, buenas carreteras transversales, electricidad disponible abundante, obviamente se va a transformar en una zona que va camino al desarrollo.
Fortuna: ¿Hay potencial de crecimiento a partir del nuevo escenario?
Schuster: Argentina es un país que tiene un medioambiente emprendedor. Si se remueven las barreras para la creación de empresas, si se genera crédito, si se brindan las condiciones apropiadas, puede crecer a tasas razonables. El potencial es enorme, pero primero hay que estabilizar el país.