Análisis

Alimentos y bebidas

21/08/2015

Subsidio a los alimentos en Argentina: las consecuencias de la discrecionalidad

En nuestro país, la necesidad de asistir a un sector con ventajas comparativas como el alimenticio pone en evidencia el impacto adverso que ha generado una política que desincentiva la producción y no atiende los graves problemas de competitividad que enfrentan los productores.

Entre 2007 y 2011, el gobierno nacional implementó a través del ONCCA un sistema de subsidios a la producción de alimentos que perseguía como objetivo principal atenuar los aumentos en los precios internos de estos productos. En total, durante estos cuatro años el organismo aprobó compensaciones por un total de ARS 10.580 millones, de los cuales un 35,8% se dirigió a los molinos de trigo, 20,7% a frigoríficos avícolas, 19,8% a feed lots y el resto se dividió entre tamberos, industriales lácteos y productores de aceite y trigo.



Sin embargo, la política tuvo una efectividad limitada para controlar los precios internos y no resultó en un desarrollo sustancial en la cadena de valor, más allá de que tuvo efectos positivos sobre la producción en algunos casos puntuales, como el sector avícola, que los cuatro años que duró el programa incrementó la faena a una tasa promedio anual del 8,8%, o la molienda de trigo, que pasó de 5,3 MT en 2006 a 6,7 MT en 2011. Por otra parte, el deterioro de las cuentas fiscales llevó primero a un importante atraso en los pagos y luego a la eliminación del sistema de compensaciones, dejando una deuda impaga de aproximadamente ARS 2.000 millones, con efectos muy negativos sobre la actividad y la situación financiera de algunas empresas.

La suspensión de las compensaciones dejó en evidencia la dependencia del subsidio por parte de algunas empresas, que comenzaron a enfrentar serias dificultades financieras. Asimismo, las restricciones a la exportación de trigo sin un esquema fiable de compensaciones llevaron a que el área sembrada del cereal pasara de un promedio de 5,9 millones de hectáreas entre 2005 y 2007 a uno de 3,9 millones en las últimas cuatro campañas. Así, se terminó desincentivando la producción de los sectores que se había subsidiado antes, lo que refleja falta de visión global y la inconsistencia de las políticas.

Los subsidios actuales, un pequeño alivio ante una situación complicada

Los programas anunciados recientemente poco tienen que ver con las transferencias realizadas por el ONCCA hasta 2011. Hoy ya no se persigue como principal objetivo limitar los aumentos de precios, sino que se trata de ayudas económicas que permiten aliviar parcialmente la delicada situación económica de los productores agropecuarios, afectados por una fuerte reducción de sus márgenes.

En el caso de los tamberos, aun con el subsidio el precio interno de julio se ubicaría en niveles muy cercanos al costo promedio de producción, situación que ha sido más la norma que la excepción durante los últimos dos años. El derrumbe de los precios internacionales de la leche en polvo, que en el último año perdieron más de la mitad de su valor, llevó a una nueva reducción del precio pagado al productor y complicó aún más la delicada situación financiera de muchos tamberos, afectados en los últimos años por un aumento de los costos en dólares.



En lo que respecta al programa de Estímulo al Pequeño Productor de Granos, este no logra compensar las distorsiones de otras medidas que afectan el precio recibido por el productor, como es el caso de los derechos de exportación y la implementación de los ROEs. Con el subsidio, un productor de trigo de más de 200 hectáreas (con un rinde promedio) recibiría actualmente un precio aproximadamente inferior al internacional en aproximadamente un 25%. Es decir, el programa ni siquiera alcanza a compensar el efecto negativo que las restricciones de exportación tienen sobre el precio. Los productores de trigo y maíz enfrentan actualmente márgenes de producción negativos (en algunos casos, incluso en campos propios).

Así, si bien en casos puntuales puede resultar un alivio, los programas no atacan los problemas de fondo y en ningún caso llegan a compensar la delicada situación actual de los productores.