Análisis
Política
23/06/2015Con el tablero definido, ahora sí comienza la campaña

Director Isonomía Consultores
Luego de furiosas horas de negociación política, se han cerrado las candidaturas de cara a las elecciones venideras. En este marco, nacen los momentos de análisis de los grandes ganadores y perdedores, si una candidatura le resta potencial a otra y si los frentes políticos debían incluir a otros candidatos. El tablero está finalmente definido y ahora, por fin, llegó el momento de jugar.
Luego de furiosas horas de negociación política, se han cerrado las candidaturas de cara a las elecciones venideras y los distintos espacios, con mayores o menores problemas, han definido sus potenciales representantes. La tensión, las peleas y las negociaciones fueron intensas y muchos de nosotros nos quedamos hasta la madrugada del domingo analizando cierres nacionales, provinciales y locales. De todas maneras, si bien el día sábado a las 23.59 fue un punto de inflexión para la clase política, para la mayor parte de la ciudadanía, el sábado fue poco más que un lindo día de la bandera feriado en los que, sol mediante, pudo disfrutar del aire libre, amigos y familia.
En este sentido, nacen los momentos de análisis de los grandes ganadores y perdedores, si una candidatura le resta potencial a otra y si los frentes políticos debían incluir a otros candidatos. De todas maneras, estos son los precisos instantes en los que por sobre todo, debe primar la moderación. Mucho se va a hablar durante las próximas semanas respecto a las listas del Frente para la Victoria, en relación al peso de las mismas (en especial la candidatura de Carlos Zannini) y la capacidad de Daniel Scioli de lograr “diferenciarse” y sostener con eficiencia una de sus principales características en términos de opinión pública: representar la continuidad, pero siempre sosteniendo dotes de cambios, más allá de analizar específicamente que es lo que significan los términos de “continuidad” y “cambio”.
La moderación debe primar básicamente debido a que para más del 80% de la población, la figura de Carlos Zannini era completamente desconocida hasta hace pocos días. Así, es fundamental dar el tiempo necesario a la ciudadanía para que sopese, analice y decodifique el nuevo y definitivo tablero electoral. Asimismo, dirigentes claves como Eduardo “Wado” de Pedro, Mayra Mendoza o Andrés Larroque que figuran en distintos lugares de las listas del Frente para la Victoria, poseen grados de desconocimiento de más del 70% a nivel nacional. No hay que sacar conclusiones demasiado rápido, ya que se toma el riesgo de sufrir una característica sumamente común de los sectores informados: igualar análisis ultra sofisticados e hipotéticos de la elite y traducirlo en supuestas actitudes electorales de masa.
La principal novedad de este cierre de listas parece ser que, después de 6 años, volveremos a tener una campaña electoral altamente competitiva en donde las comunicaciones, los gestos y, ahí sí, los candidatos y sus listas, pueden tener un rol fundamental. Pero tiempo al tiempo, no nos apresuremos y démosle tiempo a la ciudadanía de hacer su lectura.
En estos términos, la elección 2013 vivió un momento clave que fue el cierre de listas, en donde la gran incógnita radicaba en saber si Sergio Massa finalmente competiría por una banca a Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires. Cuando este hecho se plasmó, todas las encuestas del momento señalaban que era prácticamente imposible que el ex intendente de Tigre pudiese perder esa elección. Era su momento, y supo aprovecharlo. En 2011 ocurrió algo similar, en donde la situación de recuperación económica del país sumado al efecto viudez por parte de la Presidenta, dejaban muy claro que la re elección era un hecho, y la cuestión radicaba en saber cuál era la diferencia que iba a tener con el segundo. En ambos casos, las campañas no hicieron más que reforzar actitudes previas, con bajos niveles de cambio estructural en términos de intención de voto. Para encontrar una dinámica electoral realmente competitiva, debemos remontarnos al año 2009 en donde Francisco de Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá lograron vencer al trío Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. Esta elección venidera, parece tener más rasgos de 2009 que de 2011, en donde el final está abierto.
Si asumimos que la campaña será clave para comprender quién ganará, es preciso entender que hay tres ejes que pueden inclinar la balanza hacia uno u otro lado y son las cuestiones a las que se deberá poner particular hincapié. En primer lugar, el humor social, es decir dilucidar como está evaluando la ciudadanía la situación general del país pero, sobre todo, su situación personal a futuro. En este sentido, hemos venido teniendo durante los últimos meses, una positivización (o des negativización) de la ciudadanía, que en parte explica el crecimiento que sufrió la imagen de la Presidenta.
En segundo término, la cuestión económica, que es vista con particular preocupación por buena parte de los argentinos y en donde, al mismo tiempo, a la vista de casi todos los analistas económicos parece existir una disociación entre la superficie del problema (relativa estabilidad del tipo de cambio, planes de compras en cuotas para diversas compras y mantenimiento del consumo) con el fondo (conflicto con los Holdouts irresuelto, tipo de cambio apreciado, desajuste de precios relativos y desbalance primario). La situación de la economía o de la percepción de la situación del “bolsillo” de los argentinos suele ser, conjuntamente con la seguridad o temor de perder el tema empleo, los temas que más explican los cambios de preferencias electorales de los votantes a nivel nacional. El vínculo entre ambos puntos, y como lleguen estas variables al momento de la elección será un hecho trascendental.
En tercer lugar, habrá que prestar particular atención al mensaje. Así, cerca del 65% de los ciudadanos se inclinan a pensar que en relación al próximo gobierno es necesario algún grado de cambio. El desafío para todos los espacios políticos es lograr darle contenido al término cambio y encontrar el punto y el momento preciso en donde el cambio pueda materializarse. La absoluta continuidad o el cambio refundador no parecen ocupar un lugar competitivo de cara a las elecciones venideras. Asimismo, el miedo a la continuidad extrema conjuntamente al miedo a perder parte de lo obtenido comienzan a dar lugar a la necesidad de indagar de manera precisa en cuáles son las palabras y los modos comunicacionales elegidos.
Tanto Mauricio Macri como Daniel Scioli parecen competir en un grado de mayor competitividad respecto del resto para lograr representar a una ciudadanía compleja que analiza de manera específica cada candidato y, sobre todo, cada momento electoral, para luego actual en consecuencia. El resto de los candidatos comienzan rezagados y esto puede ser definitorio al ingresar a una campaña corta de cara a agosto, con unas vacaciones de invierno en el medio. El tablero está finalmente definido y ahora, por fin, llegó el momento de jugar.