Análisis

Ganadores y perdedores de la política económica en 2015

Mariano Lamothe Economista. Gerente de Análisis Económico

En el marco electoral, el principal objetivo del gobierno es finalizar su mandato sin sobresaltos, y motivar una sensación de felicidad en la población votante. Esta política económica afecta de manera diferente a los diversos sectores de la economía, generando grandes perdedores, pero también beneficiando a algunas actividades económicas.



A meses de las elecciones nacionales, el gobierno se muestra decidido a finalizar su mandato sin sobresaltos. La posibilidad de observar una corrección de los principales desequilibrios macroeconómicos de la economía antes de fin de año está prácticamente descartada. Corresponderá al gobierno entrante la (ya casi impostergable) tarea de realizar un ajuste en el esquema tarifario, redefinir de la política de comercio exterior y posiblemente realizar una corrección del tipo de cambio.

Mientras tanto, todas las medidas en materia de política económica tienen como objetivo evitar una escalada de la inflación, garantizar la estabilidad cambiaria e impulsar el consumo mediante diversos programas (como el Ahora 12) para mantener a la población satisfecha. Así, el escenario económico de cara a fin de año se caracterizará por: i) un tipo de cambio casi fijo, lo que derivará en una apreciación cambiaria; ii) continuidad de las restricciones a la importación y al giro de dividendos; iii) un incremento en la demanda local, por mayor consumo público y privado; iv) una caída de la demanda internacional, que afecta principalmente a quienes exportan a Brasil y Venezuela; y v) precios bajos para los commodities agropecuarios, lo que en algunos casos se verá acentuado por el efecto de las restricciones a la exportación. Esta conjunción de variables afecta de manera muy distinta a los diversos sectores de la economía, generando grandes perdedores, pero también beneficiando a algunas actividades económicas en particular, que mostrarían una evolución positiva en lo que resta del año.

Los principales ganadores son aquellos sectores que orientan su producción al mercado interno, especialmente si no dependen en forma crucial de insumos importados. El consumo local presenta una tendencia alcista producto de un leve repunte en el salario real y los planes de estímulo a la demanda impulsados por el gobierno. A su vez, con las importaciones restringidas estos sectores no enfrentan la competencia internacional, por lo que no ven comprometido su share de mercado incluso ante la suba de los costos internos. Por este motivo, las perspectivas para 2015 son más positivas para el sector de servicios, y hacia el segundo semestre del año podría observarse un repunte en la producción de calzado y textiles, e incluso en la de electrodomésticos, aunque en este caso continuarían las dificultades para acceder a insumos importados.

En menor medida, también presentarían una mejora los sectores ligados a la construcción, como la producción de minerales no metálicos y materiales. Tras un 2014 complicado, esta actividad presentaría un repunte parcial, impulsada en parte por un aumento de la obra pública y en parte por la construcción de viviendas (influye levemente el plan Procrear).

Por el contrario, la actividad más perjudicada continúa siendo la industria automotriz, que tras una merma de la producción del 21,2% en 2014 se encamina hacia otro año complicado, que podría terminar con una caída en torno al 7,0% interanual. Las automotrices enfrentan grandes dificultades por la menor demanda de Brasil, por lo que se espera que las exportaciones totales se contraigan un 13,3% este año. Por su parte, las ventas al mercado interno podrían mostrar un repunte a partir del segundo trimestre, pero esto no podrá generar un alivio significativo, ya que la demanda chocará con el cuello de botella que generan las restricciones para acceder a las divisas que enfrentan las terminales locales (acentuadas por las menores exportaciones a Brasil). Dado la importancia de esta actividad su caída arrastrará también a otros sectores económicos, como la fabricación de caucho y plásticos, que se encamina a cerrar el año en terreno negativo.

También se encuentran en una situación muy complicada las economías regionales, afectadas por la pérdida de competitividad de la economía que reduce sus posibilidades de exportar. Así, los productores deben decidir entre ajustar la producción o vender a un precio inferior, perdiendo rentabilidad. Entre los más afectados, se encuentran la industria vitivinícola (caída de 9,3% en las exportaciones el primer bimestre) y los productores de frutas, tanto peras y manzanas en Rio Negro como cítricos en el norte del país. En algunos casos, los productores están optando por desechar su cosecha, dado que el precio que reciben por el producto ni siquiera alcanza para cubrir los costos de comercialización.

Por otro lado, los efectos son dispares en lo que respecta a la producción agropecuaria y la industria de alimentos y bebidas. Por un lado, la industria láctea e encamina a otro año negativo, producto de la pérdida de rentabilidad generada por el derrumbe del precio de la leche en polvo en el mercado internacional y los controles de precios en el mercado interno. A su vez, los menores precios internacionales de los granos, la apreciación cambiaria y las restricciones a la exportación impactan negativamente en los márgenes de los productores agrícolas, que en campos arrendados solamente se mantienen positivos en el caso de la soja. En este caso, el único alivio viene dado por condiciones exógenas a la política económica: las excelentes condiciones climáticas permitirían obtener rendimientos record. En cambio, los menores precios de los granos reducen los costos de alimentación del ganado, beneficiando especialmente a los productores porcinos y avícolas, cuya producción crecería impulsada por el consumo interno (no se espera un aumento de magnitud en el caso de la carne vacuna).

Finalmente, merecen un párrafo aparte las actividades relacionadas a la explotación de hidrocarburos. El derrumbe de los precios internacionales del crudo afecta las inversiones, por lo que la producción de petróleo mantendría su tendencia decreciente incluso a pesar de los estímulos otorgados por el gobierno. En cambio, gracias al impulso de YPF y el programa Gas Plus, se observa una recuperación en el caso del gas. Esto redundaría una mayor disponibilidad de gas para la industria, beneficiando especialmente a la petroquímica, que sigue enfrentando limitaciones por los cortes en el abastecimiento energético, especialmente en invierno.

En términos generales, si bien la política se muestra exitosa en lo que respecta a los objetivos planteados por el gobierno (la inflación se desaceleró, el nivel de reservas trepó hasta los USD 33.800 millones, y el consumo interno comienza a despegar), tiene efectos negativos sobre el nivel de actividad. Esto queda evidenciado principalmente en la evolución de la actividad industrial, que acumula ya diecisiete meses consecutivos de caída, y en el menor nivel de empleo (de acuerdo al INDEC se perdieron 170.678 puestos de trabajo en el último año).

El gobierno entrante enfrentará el desafío de corregir los desequilibrios económicos que seguramente se acentúen durante 2015. No será una tarea sencilla, y quien gane las elecciones podría enfrentar cierta resistencia social, especialmente teniendo en cuenta que el contexto económico no aparenta ser de crisis. De todas formas, continuar por el sendero actual implicaría acentuar aún más los desajustes de la economía, lo que difícilmente sea sostenible por mucho tiempo.