Análisis

Alimentos y bebidas

17/03/2015

La lechería cae en Argentina e incrementa el contraste con sus vecinos

En los últimos años, la industria lechera en Argentina mostró una caída debido principalmente a las restricciones a las exportaciones, el bajo precio pagado al productor y las distorsiones macroeconómicas. En contraste, países como Bolivia y Paraguay han venido creciendo a paso firme y con expectativas positivas de la mano de políticas públicas destinadas a incrementar la demanda y de menores distorsiones por el lado de la oferta.

En los últimos años, la industria lechera en Argentina se contrajo principalmente por las restricciones regulatorias, el bajo precio pagado al productor y el deterioro de la competitividad debido a los desequilibrios macroeconómicos. Si bien durante el período 2004-2011 la producción lechera logró crecer (en buena medida gracias a la recuperación post-crisis) un 4,5% por año, lo cierto es que desde entonces cayó 0,9% anual en promedio. En el último año, la caída en la producción habría rondado el 1,7%, mientras que en 2013 la merma fue de 2,2%.

Estos números marcan una diferencia con lo que está sucediendo en algunos países de la región.

En Bolivia, la producción de leche creció 49,9% entre 2008 y 2013. Por su parte, mientras que en Paraguay avanzó 32,5%. En cambio, considerando ese mismo período el avance resulta de 10,8%, y esconde unas contracciones sucesivas a partir de 2012. Si las estimaciones para 2014 se cumplen, esta brecha se habría ampliado, ya que Bolivia habría crecido 61,2%, Paraguay 41,4% y Argentina sólo 8,9%.

Si bien debe aclararse que las bases de comparación no son las mismas, y la producción de estos dos países es muy inferior a la de Argentina, lo cierto es que ambos se han ingeniado para mantener varios años de crecimiento consecutivos. Además, las perspectivas hacia adelante lucen prometedoras.

En Paraguay, son las inversiones las que siguen impulsando la producción, por lo que se espera que en el mediano plazo se mantenga la tendencia alcista, especialmente en lo que respecta a la industrialización. A su vez, se espera la implementación de una ley de fomento a la producción, según la cual todas las compras del estado nacional deberán ser realizadas a productores locales. Esto se suma a los esfuerzos realizados para incrementar el consumo interno de leche (estimado entre 80 y 120 litros anuales per cápita, inferior a los 150 litros recomendados por FAO), como la provisión de un vaso de leche diario a los alumnos de las escuelas públicas implementada desde 2011.

En Bolivia, el principal impulso vendría dado por el crecimiento del consumo interno, que ha crecido fuertemente en el marco de una campaña nacional para mejorar la alimentación de la población, pero todavía se encuentra por debajo del nivel de consumo de otros países. En 2012 se creó el fondo Proleche que utiliza fondos provenientes de aportes de la industria láctea e impuestos específicos a la venta de bebidas alcohólicas para realizar campañas de apoyo a la producción y al consumo. Hasta la disolución del fondo, en 2019, se espera que la industria muestre un crecimiento acelerado.

En Argentina, la situación es diferente. La inflación hizo que el gobierno buscara formas de evitar mayores subas de los precios de la leche, con lo que comenzó a restringir exportaciones y poner trabas a las mismas a través de los ROE, permisos que deben solicitar quienes desean exportar. Esto, sumado al deterioro de la competitividad debido al atraso cambiario, redujo los niveles de previsibilidad y los incentivos para invertir, lo que explica en gran parte el retroceso de los últimos años.

Como puede observarse, en nuestros vecinos el impulso está dado por un mercado interno que posee una demanda insatisfecha de productos lácteos y políticas públicas que intentan estimular el consumo. a nivel local, en cambio, el espacio para el crecimiento del consumo interno es más limitado, ya que la cantidad de leche que se consume actualmente es mucho mayor. Así, una estrategia para el crecimiento debería estar dada por la ampliación de los mercados externos, un punto que precisamente se ve obstruido por las políticas oficiales.