Análisis
Balance 2014 | Coyuntura Económica
23/12/20142014: el año en que se terminaron los atajos

Director
Desde abeceb.com vemos 2014 como el año en que finalmente se agotaron los atajos que durante mucho tiempo fue encontrando el gobierno para evitar corregir los desbalances económicos. No por casualidad, el año en que ya no fue posible “salir del laberinto por arriba”, fue también el que apagó el crecimiento económico local
Se acerca el cierre de 2014 y, con él, aparecen todo tipo de balances y análisis sobre el año que se despide. Deseosos de sumarnos a este tren de fin de año, nosotros haremos lo propio para la economía argentina.
Como el título de la nota lo advierte, desde abeceb.com vemos 2014 como el año en que finalmente se agotaron los atajos que durante mucho tiempo fue encontrando el gobierno para evitar corregir los desbalances económicos, entre los que se destacan la distorsión de precios relativos, una elevada y creciente inflación, y un déficit fiscal también en ascenso. No por casualidad, el año en que ya no fue posible “salir del laberinto por arriba”, fue también el que apagó el crecimiento económico local, y en particular a la estrella de la última década, el consumo privado.
Haciendo un repaso, sin dudas 2014 comenzó más rápido de lo esperado, cuando promediando enero el gobierno permitió un grado mayor de devaluación en el mercado oficial, llevando el dólar desde 6,89 ARS a 8,00 ARS en apenas dos días. En conjunto con esto, se “flexibilizó” el cepo cambiario, habilitando la compra de dólares para atesoramiento, aunque se la limitó a aquellos que cobraran el equivalente a 2 salarios mínimos, hasta el 20% de su ingreso mensual. En paralelo, el Banco Central subió la tasa de interés hasta el 30% y comenzó una agresiva política de colocación de deuda remunerada de manera de absorber los “pesos excedentes” de la economía. Muestra de ello es que el stock de Letras y Notas del Central se multiplicó por 2,5 en los pasados 12 meses.
Si bien la suba de tasas, la contracción de los agregados monetarios y la devaluación del dólar oficial impactaron negativamente sobre la actividad económica, el giro implementado por la autoridad monetaria resultó bienvenido, dado que apuntaba en el sentido correcto: el atraso cambiario resultaba innegable, y se había cobrado casi USD 3.000 de reservas en sólo un mes (enero), burlando al cepo cambiario. Sin embargo, en aquel entonces advertíamos que sólo sería útil como una herramienta para “comprar tiempo” de cara a una cada vez más urgente corrección fiscal. Es que, de no acompañarse también, por una moderación del gasto (y en particular, de los subsidios energéticos), advertíamos, los desbalances volverían a hacer sentir su peso sobre el desempeño económico local. Sin embargo, la política fiscal no sólo no mostró un cambio de rumbo, sino que agudizó su tendencia negativa.
Hasta noviembre de 2014 el déficit primario acumulado sin considerar la asistencia del Banco Central y la ANSES fue de ARS 126.888 millones, marcando un incremento del 133,9% respecto del año anterior.
Dado lo anterior, no resulta sorprendente que el gobierno haya intentado este año tomar un nuevo atajo. En esta oportunidad, la estrategia oficial apuntó todos los cañones a recobrar el acceso al financiamiento en los mercados financieros internaciones, para lo cual resultaba un escollo inevitable “arreglar las cosas” con el mundo. Con este objetivo en mente, las autoridades dieron varios pasos que a fines de 2013 podían resultar impensados: se acordó con el FMI una revisión del índice de precios al consumidor elaborado por el INDEC, se arregló indemnizar a REPSOL con USD 5.000 millones y se le pagaron USD 9.700 millones al Club de París.
Pero en este contexto, apareció un evento inesperado, no sólo para las autoridades, sino para el mercado local e internacional. A mediados de año, y cuando Argentina se acercaba finalmente a aprovechar el “tsunami de liquidez” que había regido las condiciones financieras globales desde la crisis norteamericana de 2008-2009, apareció la negativa de la Corte Suprema de Justicia a intervenir en el caso del gobierno argentino contra los holdouts. La máxima autoridad judicial norteamericana respaldó los fallos de primera y segunda instancia y el país fue sentenciado a pagar el 100% de lo exigido por los litigantes. Un mes más tarde, Argentina entraba en default.
Con ello, un año que ya se advertía complicado adquirió un carácter especial. De ahí en adelante, la economía continuó su camino de deterioro, y la reacción del gobierno se centró en continuar atacando las consecuencias y no las causas de los problemas, apuntando a una mayor intervención en la economía y, en particular, apretando todavía más el cepo cambiario.
El resultado de esa estrategia fue que la recesión se agudizó, como así también el deterioro del mercado laboral. Sin embargo, la expectativa de cambio de ciclo de cara a las elecciones presidenciales de 2015 y de un acuerdo con los holdouts a principios del año próximo funcionó como ancla, evitando un deterioro mayor. Así, cuando cierre 2014 la economía habrá retrocedido 1,5% (con una industria marcando una baja de 2,5%), la inflación habrá subido otro escalón hasta 35,7%, el déficit primario habrá trepado a 4,7% del PIB (con una asistencia récord del BCRA, en torno al 4,4% del producto), y el tipo de cambio real finalizará en valores similares a los de fines de 2013. En resumen, alta inflación, caída del PIB, deterioro del salario real y fuerte caída de la industria son los signos distintivos del año que se va.
El que llega, por su parte, no augura grandes cambios. Si bien las expectativas de una nueva gestión podrían jugar a favor, como así también –de lograrse- un arreglo con los holdouts, una recuperación significativa de la actividad económica parece poco probable. Básicamente porque también lo es que, en el marco electoral y de la cuenta regresiva hacia el fin de mandato de Cristina Kirchner, se dé solución a los desequilibrios macroeconómicos que han apagado el crecimiento económico.
Así, la recuperación deberá seguir a la espera de un cambio de gestión que reordene los desbalances macroeconómicos y encare cambios regulatorios para alentar el retorno de las inversiones productivas. Mientras tanto, el año próximo mostrará un nuevo retroceso aunque menor (en torno a 0,8%), la inflación rondará un 31,4%, y el déficit primario volverá a ampliarse hasta un 5,2% del PIB.