Análisis
Petróleo y Gas
28/05/2015La caída en el precio del petróleo es una oportunidad para repensar la política energética

Director
La disminución en el valor internacional de los combustibles constituye un contexto propicio para encarar un programa integral que incluya una revisión competitiva del marco regulatorio a fin de viabilizar las inversiones y recuperar la seguridad energética.
A nivel global, la industria de hidrocarburos enfrenta un escenario de sobre reacción a la baja en el precio del petróleo que difícilmente se sostenga en el mediano plazo. Si bien fueron varios los factores que se conjugaron para motivar una caída en las cotizaciones, nadie previó estos valores, y si se analizan las tendencias en la demanda, costos y tecnologías de producción, es de esperar que tiendan a acomodarse en niveles mayores. De hecho, las proyecciones de EIA ubican al Brent cerca de los 60 dólares por barril y para 2016 se prevé un repunte a niveles de 75 dólares por barril. En el mediano plazo, es probable que se acomoden a valores más elevados.
Este panorama representa un gran desafío para la industria, y encuentra a Argentina en una instancia en que necesita atraer inversiones para revertir un déficit energético creciente que imprime grandes distorsiones sobre la macro.
Sin embargo, hay que tener presente que no venimos de un gran proceso inversor como se vio a nivel mundial, aun cuando la abundancia en recursos no convencionales atrajo el interés inversor de los principales jugadores a nivel mundial. Es que al riesgo geológico y al riesgo de precio, en Argentina se suma un importante riesgo de entorno, dado por las distorsiones de precios y la constante modificación de las reglas de juego y los marcos regulatorios que afectan la rentabilidad de los proyectos.
Esto se confirma observando la tendencia declinante que sufrió el nivel de reservas en los últimos años. Y es que cuando la cotización internacional tocó valores récord, el productor local recibió un precio totalmente desacoplado por un esquema de derechos de exportación distorsivo, con costos de producción que siguieron una tendencia creciente.
Si bien mediante un acuerdo entre Gobierno e Industria se ha determinado un precio interno del petróleo superior a la cotización internacional, difícilmente las empresas hundan nuevos capitales únicamente en base a esta premisa. Este acuerdo constituyó una “medida parche” más, al igual que la última modificación sobre la Ley de Hidrocarburos, aprobada con bajo consenso y dejando afuera aspectos críticos. Ambas podrán ayudar a que no se paralice la actividad exploratoria, pero no es suficiente.
Hay que tener en cuenta que si se quiere apuntar a lograr la seguridad energética en un horizonte de dos períodos gubernamentales, se necesitará incrementar entre un 30% y un 40% la producción de los hidrocarburos y combustibles. Para ello se requieren de inversiones por 11.250 millones de dólares anuales a lo largo de los próximos ocho años sólo en el upstream, lo que implica más de un 10 por ciento de la inversión global en la economía.
El gran desafío para la próxima gestión
Las nuevas autoridades tendrán que repensar la política energética de manera integral y generar un marco de inversiones competitivo y estable. En primer lugar, promover la convergencia de precios con los valores de referencia a nivel internacional o el “import parity” tanto en petróleo como en gas. En este sentido, la coyuntura actual de caída en el precio internacional brinda una oportunidad de encarar la convergencia de precios sin mayores presiones al alza.
Pero además, se debe generar un marco regulatorio competitivo que sea consensuado y estable y que permita atraer el capital de riesgo. Entre otras cosas, será importante garantizar la libre disponibilidad y acceso a divisas, revisar el esquema de derechos de exportación de modo que se eliminen los precios máximos, consensuar límites a las alícuotas de ingresos brutos y regalías, garantizar la contratación y comercialización de gas y generar un régimen promocional a proyectos cuyas condiciones técnicas así lo requieran.
Otro aspecto a considerar es el potencial impacto de las inversiones en el upstream sobre la trama productiva a partir del desarrollo de un entramado de proveedores. Las inversiones previstas impulsarán la demanda de equipos de perforación, sets de fractura, componentes de alta tecnología, tubos sin costura, servicios de ingeniería, servicios de testing, movimiento de tierras, tratamiento de residuos, transporte, entre otros. Pero además, impulsará capitalizaciones en infraestructura y construcción y una oportunidad de desarrollo para las industrias de encadenamientos posteriores como son la refinación o la petroquímica.
La disponibilidad de recursos nos permitirá volver a tener seguridad energética, pero sobre todo nos dará la oportunidad de generar un mayor desarrollo en el entramado productivo. Los riesgos geológicos y de precios son claramente exógenos, pero hay mucho por hacer para reducir nuestro riesgo de entorno. Para ello será necesario repensar la política energética de manera integral y coordinada con una política industrial, a fin de generar un marco de inversiones competitivo y estable.