Análisis

Agro y ganadería

04/03/2015

El sector agrícola, entre el boom de la soja y las trabas para el trigo

En un análisis de tendencias estructurales de largo plazo, se observa que, si bien el sector pierde participación en la producción total del país, se ha dado en los últimos años un importante crecimiento en términos absolutos. El vigor de la economía primaria estuvo ligado principalmente al crecimiento chino y a su fuerte demanda de soja. Por otro lado, se observa una caída de la participación del trigo, impulsada principalmente por las erráticas políticas del gobierno en los últimos años.

Si bien al medir por participación en el PIB, el sector agrícola muestra una tendencia descendente a lo largo de la historia argentina, un fenómeno que se repite en todo el globo, lo cierto es que en términos absolutos los últimos 30 años han sido años de marcado crecimiento.

Para los cereales y las oleaginosas, este ha sido de magnitud. La producción de cereales se duplicó desde la campaña de 1970/71 hasta el 2014. Mientras que la de oleaginosas se multiplicó por 30, algo que se explica por el espectacular incremento de la soja dentro de la matriz productiva nacional. En promedio, la producción sojera se incrementó 16,7% por año desde 1970, pasando de representar apenas 0,3% del total de cereales y oleaginosas en 1971 a 50,7% en la actualidad.

Así, la soja se convirtió en el principal producto del sector, lo que queda demostrado por la proporción que ocupa de la superficie sembrada de cultivos. A principios de la década de 1970, el maíz y el trigo ocupaban el 70% de la superficie sembrada del país, mientras que un 24% le correspondía al girasol, y la soja no alcanzaba ni el 1%.

En 1986 la soja superó por primera vez el maíz en hectáreas sembradas, mientras que en 1998 superó definitivamente al trigo, quedando por encima de ambos con 7,2 millones de hectáreas sembradas contra 5,9 y 3,7 millones de hectáreas de los otros cultivos. En 2014, con 20 millones de hectáreas sembradas, la soja representó el 59% del total, mientras que el maíz y el trigo cayeron, en conjunto, al 29%.

Este crecimiento espectacular por encima del resto de los cultivos no podría explicarse sin hacer referencia al surgimiento de China como nuevo polo de consumo y demanda. Desde mediados de los ’80, el PIB per cápita chino mantuvo un proceso de crecimiento sostenido, incrementando la capacidad de consumo de los habitantes del gigante asiático. En este contexto de crecimiento se verificó un cambio en los patrones de consumo que generó un boom de demanda de soja y sus derivados, (aceite y pellets)

El trigo retrocede

Otro aspecto relevante es la retracción de la producción de trigo que comenzó hace 12 años y se profundizó a partir de 2008. El área sembrada de trigo, que representaba el 27% del total en 2002, se redujo a 11% en 2014. Este fenómeno no se dio solamente por el más rápido crecimiento del resto de los cultivos, sino por una caída absoluta: en 2002 el área sembrada de trigo ascendía a 7,1 millones de hectáreas, mientras que en 2014 fue de sólo 3,6 millones.

A partir de 2008, este proceso se aceleró en gran medida por la política restricciones a la exportación por parte del gobierno, que desincentivó considerablemente la inversión en ese producto y e incluso propició una escasez de harina en 2013.

El súper boom de los commodities

En los últimos diez años, el crecimiento de la producción en las materias primas fue impulsado por un fuerte incremento de los precios. A esta suba contribuyeron factores tanto estructurales como coyunturales. En el plano estructural, la demanda China jugó (y aún lo hace) un rol fundamental debido al incremento de las cantidades importadas, especialmente en el caso de la soja, pero también de trigo y maíz.

En menor medida, desde una óptica coyuntural, la flexibilización de la política monetaria de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que se profundizó a partir de la crisis subprime, también contribuyó a apuntalar la demanda, llevando los precios a máximos históricos durante 2011 y 2012.

Así, la soja, el maíz y el trigo, los principales productos primarios que exporta el país, se beneficiaron de precios históricamente elevados. Si se toma el promedio desde 1987 hasta el año 2000 y se lo compara con el de los siguientes 14 años (2001-2014), se obtiene un aumento del 53% promedio entre los tres productos, con el trigo subiendo 56%, la soja 52% y el trigo 51%.