Análisis
Internacionales
09/02/2015Syriza, o la amenaza de patear el tablero de la eurozona
Luego de 6 años de recesión, el 26 de enero pasado el partido de izquierda Syriza ganó las elecciones en Grecia con la promesa de terminar con las políticas de austeridad negociadas con “la troika”. Frente a esta propuesta, se abren dos escenarios posibles: uno más probable, donde se llega a un acuerdo entre las nuevas autoridades y los demás líderes europeos que evita el quiebre; y otro, de menor probabilidad, donde Grecia no tiene más opción que abandonar el euro.
Luego de 6 años de recesión, en los que el PIB acumuló una caída de 24%, el 26 de enero pasado el partido de izquierda Syriza ganó las elecciones en Grecia con la promesa de terminar con las políticas de austeridad en vigencia negociadas con “la troika” (el Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión Europea) para intentar reencauzar los número fiscales del país heleno.
El programa de gobierno de Alexis Tsipras, flamante primer ministro griego, marca un quiebre significativo en relación al rumbo previo. Entre sus lineamientos generales, propone: frenar procesos iniciados de privatizaciones en diversas áreas; restablecer un salario mínimo de EUR 751 mensuales (frente al de EUR 586 vigente); brindar alimentos, salud y electricidad gratuita a los más necesitados; recuperar los puestos de trabajos de trabajadores estatales despedidos en violación de normas; y reformar el estado con bajas en los gastos de seguridad, autos oficiales y la evasión fiscal.
Pero quizá lo más significativo sea que se reclama una restructuración de la deuda. Su programa indica que se deberá “realizar una auditoría sobre la deuda pública, renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento”.
En total, se estima que la deuda del país heleno asciende a EUR 323.000 millones, de los cuales EUR 246.000 millones (el 76%) están en manos de los fondos internacionales de rescate. Es decir, el Banco Central Europeo (EUR 20.000 millones), el gobierno alemán (EUR 56.000 millones), el francés (EUR 42.000 millones), el Fondo Monetario Internacional (EUR 32.000 millones) y otros países europeos como España e Italia.
Por el lado de los bancos, la situación es delicada. La banca griega tiene EUR 11.000 millones en títulos de la deuda pública cuyo valor se vuelve cada vez más incierto frente a las propuestas del nuevo gobierno. Así, no extraña que los ciudadanos hayan retirado depósitos bancarios por un valor de EUR 21.000 millones, aproximadamente el 12% del total.
Escenario más probable: Acuerdo que evita un quiebre de la Eurozona
En principio, y aun cuando Alemania ha manifestado su rechazo al fin de la austeridad, se prevé que se logre un acuerdo entre las partes. Es que si bien una quita afectaría el balance fiscal de los países acreedores (Alemania y Francia), así como la solvencia del BCE, no debería descartarse que los mismos accedan a negociar con el objetivo de evitar un quiebre de la zona euro.
Pero las negociaciones no se avecinan sencillas. De hecho, el BCE ha decidido recientemente no aceptar títulos de la deuda pública griega como colateral para financiar a los bancos griegos a partir del próximo 11 de febrero, limitando su liquidez y poniendo más presión sobre el sistema.
Así, las próximas semanas serán testigos de una tensa espera con intensas negociaciones hasta el 28 de febrero, día en que vence el programa de rescate y debería acordarse una extensión, reprogramación, o bien darlo por terminado y dejar que el gobierno griego enfrente solo sus problemas.
Escenario alternativo: El fantasma de la salida del euro
Si las negociaciones por la deuda no llegaran a buen puerto, entonces debería considerarse como un escenario probable la salida de Grecia de la zona euro y el abandono de la moneda común, ya que sin acceso al crédito no quedará otra forma para cubrir el déficit que la emisión de moneda propia.
Si esto llegara a suceder, el caso argentino puede dar una idea de lo que puede pasarle a la economía griega. El efecto de un abandono de la moneda común y su reemplazo por una moneda localmente emitida (con un valor por debajo del euro) podría afectar positivamente las exportaciones griegas y los ingresos fiscales derivados de éstas. A su vez, al contar con un ente emisor con menores restricciones, se podrá usar la moneda propia para financiar una política fiscal más expansiva. En principio, este accionar, sumado al abaratamiento de la mano de obra, podría ayudar a reducir el desempleo y darle impulso al nivel de actividad, pero no sin riesgos de generar elevados niveles de inflación.
Mientras tanto, las consecuencias internacionales de una eventual salida de Grecia del euro son muchas y de características diversas. En principio, es previsible que haya un efecto contagio sobre países en situación similar, elevando primas de riesgo y, por tanto, el costo y las posibilidades de obtener financiamiento.
En el corto plazo, la incertidumbre asociada a las negociaciones también afectará la confianza en la moneda común, por lo que su valor podría agudizar su tendencia negativa, en el marco de una mayor laxitud monetaria del BCE.