Análisis
Perspectivas sectoriales
28/11/2014En un año electoral que plantea nuevos desafíos, la actividad económica enfrentará mayores dificultades

Economista. Gerente de Análisis Económico
Tras un 2014 signado por caídas en la mayoría de los sectores, el panorama para 2015 no luce más alentador. A pesar de que podría mejorar acceso al crédito internacional, esto no será suficiente para compensar significativamente la acumulación de inconsistencias de política económica. En consecuencia, los desafíos a nivel de cada sector serán todavía mayores, dado que los esfuerzos deberán apuntar a maximizar los potenciales y aprovechar las oportunidades que puedan aparecer en un contexto tanto local como internacional mayormente desfavorable.
2014 está llegando a su fin y los resultados observados confirman lo inevitable a esta altura del año: la actividad económica mostrará un retroceso que alcanzaría el 1,5%. La profundización del desempeño negativo guarda una importante relación con el deterioro de las variables macroeconómicas, las cuales lejos de encontrarse en un sendero de corrección han multiplicado los desbalances y auguran un contexto de mayores dificultades para el desarrollo de las actividades productivas con vistas al próximo año.
Los principales drivers del consumo interno se han debilitado, de manera que esta variable ya no tracciona la economía con el impulso de los últimos años. El impacto de la devaluación de principios de año y la caída en el salario real generada por la aceleración inflacionaria han reducido el poder de compra de los consumidores, al tiempo que el encarecimiento del crédito generó complicaciones para sostener el ritmo de gasto de los hogares. A esto se le suma una mayor contracción en el mercado de trabajo, que se ha traducido en mayores despidos y suspensiones de personal en los últimos meses, sobretodo en las industrias más afectadas por la marcha de la economía.
Esto ha repercutido en todos los bienes de consumo, y en especial en los durables, siendo el sector automotriz uno de los más perjudicados, aunque también afectado por el mayor impuesto interno y una merma de las exportaciones a Brasil. Junto con las menores ventas de electrodomésticos, maquinaria agrícola y metalmecánica, estos sectores explican gran parte de la caída de la industria, que cerrará su tercer año consecutivo en baja (-2,8%).
La construcción tampoco ha logrado sortear las dificultades impuestas por la continuidad del cepo cambiario y los ajustes de capital que afectan a la obra pública, por lo que va a finalizar el año en terreno negativo.
Por su parte, el sector agropecuario ha cosechado cifras récord en soja (55,5MT) y buenos resultados en maíz (27MT), pero el incremento de la oferta mundial ha devenido en una fuerte baja de los precios internacionales que afecta la rentabilidad de los productores locales y a los ingresos por saldo comercial.
El panorama para 2015 no luce más alentador, aun considerando el impulso que la contienda electoral podría tener en determinados sectores. El contexto internacional será menos favorable que en otros años, con una demanda mundial que se mantiene débil, y en particular con expectativas de crecimiento que no logran repuntar para el caso de Brasil debido a fuertes inconsistencias de política económica. A la vez, el dólar continúa revalorizándose y plantea el interrogante sobre el carácter coyuntural de la caída observada en los precios de las principales commodities, lo que afecta tanto a los granos más competitivos (soja) como a las economías regionales, metales, minería y petróleo.
Siendo Argentina un exportador relevante de materias primas en el mercado mundial, la dinámica de los precios internacionales adquiere gran importancia. De persistir la tendencia bajista de los precios, y con distorsiones que se vienen acumulando especialmente en términos de fuertes incrementos en los costos, la rentabilidad de los actores se vería perjudicada. En caso de que las cotizaciones no logren recuperar los niveles anteriores, o peor aún, continúen perforando pisos que en años anteriores parecían infranqueables, esto podría desalentar la ejecución de nuevos proyectos, que ya deben enfrentar marcos regulatorios adversos y aumento en la presión fiscal en comparación con otros países de la región. Algunos proyectos incluso podrían dejar de ser viables en términos de competitividad.
Por su parte, la posibilidad de un acuerdo con los holdouts a principios de año que permita a la Argentina salir del “default”, podría significar un poco de oxígeno en términos de las necesidades de financiamiento que requiere gran parte de la actividad productiva. No obstante, solo se ganaría algo de tiempo en caso de que simultáneamente no se decida avanzar en las correcciones de precios relativos que necesita la economía local. La influencia en términos electorales que podría derivar de un ajuste en el plano fiscal, y el hecho de que en los últimos años no se ha avanzado en un recorte de subsidios a pesar de que su peso en el PBI ha crecido de manera exponencial, dan cuenta de que el escenario más probable no incluye nuevas medidas en este sentido. Por lo tanto, la emisión monetaria seguirá siendo creciente, generando presiones sobre la inflación y la brecha cambiaria. En este contexto esperamos que la economía se contraiga un 0,8%.
El aporte del agro por la campaña 2014/2015 será menor, ya que se espera una nueva caída del saldo exportable, que podría rondar el 17%. Esta será impulsada por la caída en los precios promedio de exportación, especialmente en el caso del complejo sojero. La caída proyectada en la producción de soja y maíz podría ser compensada por los stocks acumulados este año, pero esto dependerá de los incentivos a la liquidación de exportaciones. De cualquier manera, queda claro que ingresarán menos dólares por esta vía a las arcas del tesoro nacional.
En un contexto de fuerte aceleración de costos, atraso en el tipo de cambio respecto de nuestros vecinos y elevada brecha cambiaria, se espera que continúe afectada la competitividad de las industrias exportadoras, que ven recortados sus márgenes de rentabilidad y su peso en los mercados internacionales. Esto impacta en todos los sectores, desde alimentos y bebidas hasta la industria más pesada, aunque con mayor fuerza en las economías regionales.
Por el lado de la construcción, se espera cierto repunte en la obra pública por el impulso electoral, aunque no lograría compensar la caída que viene mostrando la obra privada. En tanto que la actividad industrial no evitaría un nuevo retroceso, a pesar del rebote en la industria automotriz y el leve impulso positivo que las bajas bases de comparación y ampliaciones ya previstas tendrán en los insumos difundidos (siderurgia y aluminio) y la refinación de petróleo.
El acceso a financiamiento internacional se ha vuelto una cuestión crítica tanto por la necesidad de dólares que tiene la economía como por su carácter indispensable para encarar grandes proyectos de inversión, principalmente en minería, energía e infraestructura. Para esto será necesario no sólo encontrar una solución definitiva a la disputa con los hold outs e iniciar una ordenada corrección de precios relativos, sino que también se deberán revisar marcos regulatorios e institucionales que han acumulado inconsistencias y le han restado atractivo al desembarco de las inversiones privadas.
Por lo tanto, para determinar las condiciones que van a caracterizar el marco en que se va a desenvolver todo el universo productivo, será clave observar el manejo de los problemas que hoy afectan a la macro. No obstante, cabe destacar que a pesar de que a partir de enero se obtengan buenos resultados en cuanto a un mejor acceso al crédito internacional, esto no será suficiente para ampliar significativamente el margen de maniobra que la acumulación de inconsistencias de política económica brindará al desempeño de la actividad en general. En consecuencia, los desafíos a nivel de cada sector serán todavía mayores, dado que los esfuerzos deberán apuntar a maximizar los potenciales y aprovechar las oportunidades que puedan aparecer en un contexto tanto local como internacional mayormente desfavorable.
Las mejoras en términos de expectativas se esperan hacia fines del año próximo, y más aún para el período siguiente, a partir de un cambio de gestión que deberá reordenar los desbalances macroeconómicos y encarar cambios regulatorios que permitan el retorno de las inversiones productivas, fundamentales para volver a apuntalar la actividad económica.