La industria automotriz argentina, plataforma regional de producción de pick ups

Recientes inversiones realizadas en el país por las principales terminales automotrices van consolidando la especialización del sector nacional en el segmento de pick-ups. De hecho, se prevé que en el próximo lustro Argentina se convierta en una plataforma de exportación de este segmento a Latinoamérica.

La industria automotriz local ha exhibido desde sus inicios un sesgo a la fabricación de vehículos comerciales livianos, volviendo a nuestro país un referente a nivel MERCOSUR. Esta especialización se asocia a la importancia del sector agropecuario en la estructura productiva nacional, así como también a la experiencia histórica en el mercado –más de 60 años de producción- y la amplia presencia de proveedores locales orientados a este rubro.

Actualmente, el segmento de pick-ups es el más competitivo de la estructura productiva automotriz nacional, abarcando poco más del 30% de la producción local del sector. La oferta se compone totalmente de modelos globales que tienen capacidad de inserción en mercados externos muy competitivos, como México, Chile, Colombia y Perú, e incluso Europa. En su conjunto, el mercado de pick-ups de Latinoamérica es el tercero más grande del mundo, detrás de EE.UU. y China.

En este marco, desde hace unos años a la fecha las principales terminales instaladas en el país han iniciado un proceso de inversiones específicas con el objetivo de aumentar la producción de pick-ups en un 50% en el próximo lustro, con destino en su mayor parte al mercado externo, en particular América Latina.

Es decir, ha habido una marcada tendencia a la reorganización de la estructura automotriz local, proyectándose Argentina como plataforma regional abastecedora de pick-ups. Dicho proceso redundará en un aumento en la participación del segmento al 40% del sector para el año 2020. En este sentido, sobresale el anuncio realizado por Renault-Nissan de inversiones por USD 600 millones, que sitúa a la provincia de Córdoba entre las principales impulsoras de este proceso de transformación del entramado productivo sectorial.

Así, la potencialidad de la industria en el mediano plazo resulta significativa. Pero con este desafío por delante, será clave fortalecer el eje productivo, poniendo el foco tanto en la integración local como regional. En particular, se vuelve crítica la instrumentación de políticas públicas que mejoren el ambiente de inversión y permitan elevar la competitividad del sector, deteriorada por el atraso cambiario, ante la amenaza de nuestros principales competidores directos -Tailandia y México- en este segmento.

También surge el interrogante sobre cómo evolucionarán los principales mercados de exportación de estos productos a nivel regional. En particular, será clave monitorear lo que suceda con los sectores ligados a la explotación de recursos naturales, como la minería, el petróleo y gas, y la agroindustria, principales demandantes de este segmento. En este sentido, aun cuando existe incertidumbre respecto del dinamismo que puedan tener las economías de Latinoamérica, se prevé que el próximo ciclo sea favorable en términos históricos, aunque no se repita el crecimiento extraordinario de la última década.