Análisis
Reelección de Dilma Rousseff | Comercio Exterior
27/10/2014Elecciones en Brasil: impacto sobre Argentina

Director
Brasil tendrá que iniciar un cambio en su política económica que le permita recuperar la confianza y las inversiones, lo que para la Argentina equivale a descartar un aumento de las exportaciones al país vecino en 2015. Pero los problemas en la relación bilateral no están del lado de Brasil, sino de Argentina. Nuestro país demorará un año más para discutir temas estructurales y fundamentales en la relación bilateral, como el acuerdo con la UE o el que rige para el sector automotriz.
La ajustada reelección de Dilma Roussef en Brasil permite esperar un inminente cambio en la política económica que apunte a ordenar su gasto público, su política monetaria, y atraer inversiones internacionales para estimular el crecimiento. El gran desafío del país vecino es mejorar su competitividad, generar empleo y lograr un crecimiento que supere el 2 por ciento. Con una expansión inferior a ese nivel, Brasil no es estable socialmente.
Brasil tendrá que iniciar un cambio en su política económica que le permita recuperar la confianza y las inversiones, lo que para la Argentina equivale a descartar un aumento de las exportaciones al país vecino en 2015. Nuestro país enfrentará el año próximo a un Brasil en pleno ajuste (lo que significará un nuevo año de bajo crecimiento de nuestro principal socio que, de todos modos, podría alcanzar el 1% frente al magro 0,3% de 2014), y por tanto, de escaso dinamismo en el intercambio comercial.
En los primeros nueve meses del año, el intercambio comercial entre los dos países acumula una caída del 21,6 por ciento respecto a igual período del año anterior, ubicándose en US$ 21.679 millones. En ese lapso, las ventas a Brasil retrocedieron 16%, pero las importaciones presentaron una baja todavía más fuerte de 26%, en un contexto de recesión para ambos países.
En lo que hace a la relación con la Argentina, es posible que, ante el reclamo creciente de los industriales brasileños, se advierta un mayor endurecimiento de las relaciones bilaterales, aunque no se debe esperar un cambio drástico en este sentido.
De hecho, lo más probable es que las discusiones bilaterales se posterguen hasta la llegada del nuevo gobierno de nuestro país, debido fundamentalmente a que la administración local seguirá con su política de administrar los desequilibrios internos como la restricción de divisas y las trabas a las importaciones.
Es que el problema principal en la relación bilateral no es Brasil, es Argentina. Nuestro país demorará un año más para discutir temas estructurales y fundamentales en la relación bilateral, como el acuerdo con la UE o el que rige para el sector automotriz. En este contexto, se expondrá al riesgo de pérdida de mercados ya conquistados, si es que Brasil comienza a adoptar una posición más abierta en materia comercial.
Por su parte, los resultados de la segunda vuelta con una votación tan dividida, más allá del triunfo de Dilma Rousseff, representan un gran desafío para el nuevo gobierno. Habrá que prestar atención a lo que reclama una sociedad que se definió de una manera tan partida. En este escenario, Dilma deberá dar señales económicas de consistencia a los mercados internacionales de manera inmediata, renovando su gabinete sobre todo en las áreas económicas, apuntando a fortalecer su política monetaria y fiscal, y ordenando el gasto público. También deberá poner en marcha rápidamente un plan de reforma en materia de infraestructura, fundamentalmente terrestre.