Análisis
“No creo en el Brasil de arriba del seis por ciento de crecimiento” (1ª Parte)
Entrevista a Dante Sica hecha por Tomás Bulat para la revista DEF de marzo 2013.
Optimista acerca del futuro del gigante latinoamericano, el director de la consultora abeceb.com no deja de plantear un panorama realista para su porvenir. En una charla entre economistas, analiza los logros, las deudas y los desafíos del país que busca ubicarse como líder de la región y dar el salto a la categoría de “desarrollado”.
Tomás Bulat- Brasil es ahora la sexta economía más grande del mundo, lo cual implica que ha crecido mucho y es la estrella mundial. ¿Cómo ves a este Brasil? ¿Es un Brasil que se consolida o todavía genera incertidumbres hacia el futuro, dado su tamaño?
Dante Sica-Había un viejo dicho de Delfim Netto, ministro de Economía del famoso milagro brasileño de la década del 70, que decía que Brasil está siempre al borde del precipicio, pero como es tan grande, lo tapa.
TB- Entonces nunca termina de caerse.
DS- Por un lado, Brasil se instala como potencia mundial. Creo que el lanzamiento definitivo fue la etapa de Lula. Él le dio un soft power que no tenía, instalándolo no solo como una potencia a partir de la ampliación de la frontera productiva y de los sectores de la clase media por medio de la profundización del consumo, sino también poniéndolo al tope de lo que eran las discusiones a nivel mundial, como el debate por el libre comercio.
TB- O sea, esperando normas, la macroeconomía equilibrada…
DS- De alguna manera, los buenos gobiernos de Fernando Henrique, de Lula, la continuación con Dilma, generaron una línea de política económica, a pesar de que hay variantes. Se reforzó la idea de que es un país confiable y creíble. Es investment grade. Tiene importantes eventos mundiales por delante.
TB- Sí, el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos.
DS- Esta es la imagen que da y que se potencia: la cabeza de América Latina en términos de crecimiento y expansión. Le cayó maravillosamente bien formar parte de los BRIC, que no se sabe bien qué es, pero que a Brasil lo posiciona a nivel mundial.
TB- Lo ponen con China y con India, así que ya está. No sabe cómo cayó, pero está bárbaro.
DS- Ahora, cuando uno lo mira un poco más detenidamente, sigue teniendo problemas estructurales. Por un lado, sigue teniendo un montón de instituciones que funcionan como una economía cerrada y en estos últimos años ha reforzado su protección de mercados a partir de lo que es su competencia con China.
TB- Eso te iba a decir. Es muy raro, porque su principal socio comercial es China.
DS- Exacto.
TB- Y a la vez se protege de China.
DS- Así es.
TB- ¿Le sale el Brasil viejo, el Brasil proteccionista?
DS- Lo que pasa es que hay un cambio ahí. Brasil en los últimos 15 años desarrolló su frontera de Agribusiness. Hasta los 90, el que parecía que primarizaba su producción o que parecía que iba a estar condenado a los recursos naturales era Argentina, y Brasil, la plataforma industrial. Hoy Brasil tiene una frontera agropecuaria fenomenal: es el primer productor y exportador de soja y de carne, tiene la empresa alimentaria más grande del mundo, Brazilian Foods, que de alguna manera está intentando ser líder a nivel mundial en todo lo que tenga que ver con alimentos procesados. Pero a su vez, durante los 90 y 2000, consolidó grandes jugadores nacionales en el sector industrial, cosa que Argentina no hizo. Entonces, Brasil desarrolló una plataforma en su sector industrial en donde hay grandes grupos nacionales, en especial en el sector textil, que ya tienen competitividad regional y empiezan a querer ganar dimensión para poder apostar a mercados mundiales. También es el caso de su industria de bienes de capital y de su industria automotriz.
TB- También la alimentaria, como las cerveceras.
DS- Exactamente. Ese es el dilema: por un lado, China es el gran comprador de mis productos de Agribusiness, pero a su vez para mi plataforma industrial, que es una plataforma competitiva, es una competencia. No solo están preocupados por lo que China pueda vender en Brasil, sino también por los mercados que le pueda ganar afuera. Esos mercados, como EE. UU. o Europa, son los que quiere conquistar Brasil. Hoy, ciertos sectores industriales brasileños le reclaman a su gobierno la lentitud en las negociaciones internacionales, para poder entrar en esos mercados antes que China se posicione mucho más.
TB- En el modelo brasileño, la idea era protegerse internamente y a partir de allí generar una plataforma de exportación. Cuando empieza el Agribusiness, que es un negocio fenomenal, también empieza la apreciación cambiaria. El Agribusiness se convirtió en algo mucho más competitivo que su industria. De hecho, si se observan las exportaciones de Brasil, la industria crece, pero lo que más aumenta, básicamente, es la exportación de lo agrícola. Eso hace al real mucho más fuerte. Al tener un real más fuerte, lo que yo observaba es que a las empresas se les complicaba exportar, pero se les facilitaba comprar empresas afuera. Empezó así un proceso de multinacionalización muy interesante. ¿No hay una contradicción en este Brasil que quiere ser plataforma exportadora y este Brasil multinacional?
DS- Creo que más que una contradicción, forma parte de estos cambios que están enfrentando y que siempre vas a encontrar en el sentido de que hay sectores que evolucionan más rápido que otros. Brasil hacia finales de los 90 comenzó un proceso de fuerte internacionalización de sus cadenas productivas y de sus empresas. La primera parada es Argentina, pero también la región. Vas a ver que tiene muy fuerte presencia en Uruguay, en Perú, en Colombia, en Bolivia. Están presentes en casi toda América Latina por dos razones: por la competitividad que les da el tipo de cambio, por un lado, pero también por la fenomenal estructura financiera no solo interna, sino externa. Hoy cualquier empresa brasileña se financia en el mundo al cuatro o cinco por ciento a treinta años.
TB- Ese es el gran cambio. Es un cambio enorme.
DS- Si uno quiere explicar la internacionalización solo por el BNDES (Banco Nacional do Desenvolvimiento), no alcanza. Es el BNDES más todo lo que pueda conseguir. En Argentina están las grandes constructoras de Brasil.
TB- Sí, Camargo, Queiroz Galvão, Andrade…
DS- Exacto, cualquiera de esos grupos toma al BNDES al 7 u 8 por ciento y si quiere financiar en cualquier país que no sea Argentina, consigue al 4 o 5, porque tienen calificaciones suficientes como para poder acceder al financiamiento internacional. En Argentina no le prestan a menos del 15 por ciento. Si quieren ir a Bolivia, Paraguay o Perú, consiguen incluso más bajo que en el BNDES. Entonces tienen una apreciación que por un lado castigó a ciertos sectores industriales y los obligó a tener una fuerte presión competitiva pero por otro lado también les permitió una internacionalización. Ha habido un cambio en los últimos dos años en la política cambiaria brasileña. Si uno mira lo que pasó a partir de septiembre de 2011, Brasil ya no quiere un súper real. Un súper real es 1,60, como llegó a estar, o 1,56 como en julio de 2011.
TB- Lo prefieren a 2.
DS- Pero tampoco lo quieren por arriba de 2. Más que un tipo de cambio fluctuante, como hubo hasta 2011, se va a un tipo de cambio administrado en una banda que va a estar fluctuando alrededor del 2. Según cómo se mueva la inflación, podrá ir un poco más arriba de ese número, pero creo que ese va a ser el tipo de cambio. No sé si de equilibrio, pero sí un tipo de cambio estable que vamos a observar todo este año. Un tema no menor, porque a Argentina en su momento la favoreció la fuerte apreciación del real, ya que con la inflación, de alguna manera, lo compensaba. Ahora, la pérdida de competitividad de las exportaciones argentinas con respecto a Brasil por esta devaluación, de alguna manera se ve afectada. Pero el problema no es el real, el problema es la inflación argentina.
Deuda en infraestructura
TB- Leí una nota en The Economist muy dura en general con Brasil. Decía que tenía muchos problemas y criticaba duramente al ministro Guido Mantega. Porque en realidad, cuando uno ve la evaluación de los últimos dos años, Brasil ha tenido una mala performance. En 2011 fue un poco buscado, es decir, la inflación se estaba acelerando, hubo suba de la tasa de interés, hubo una desaceleración a propósito. Pero desde este año están queriendo arrancar y no sucede eso. ¿Qué es lo que le está faltando que no arranca la máquina? No lo termino de entender.
DS- Brasil ha bajado la tasa a mínimos históricos y las señales que está dando son que, si la inflación no cede o se mantiene, no van a aumentar la tasa, no van a hacer movimientos, y con un tipo de cambio de 2, le están poniendo muchos incentivos fiscales.
TB- Acaba de disminuir también la entrada de capitales para inversiones inmobiliarias, ¿no?
DS- Totalmente. Lo que le está pasando a Brasil es que sigue teniendo un fortísimo problema de competitividad y productividad.
TB- Claro, en eso hay que hacer énfasis, porque a veces parece que ya es un país desarrollado y no es así.
DS- Hay industrias en el área textil que tienen una antigüedad de capital de dos años. Sucede lo mismo en bienes de capital. Hay anuncios de casi 20.000 millones de dólares para la industria automotriz y de autopartes. Pero tienen un enorme problema de competitividad sistémica.
TB- ¿En dónde se nota?
DS- En los problemas de comunicaciones, conectividad de carreteras, puertos, en temas de tecnología de la información…
TB- Siguen siendo muy débiles en eso.
DS- Creo que el gran desafío que tiene Brasil por delante para acompañar el proceso de mejora de productividad del sector privado es una fortísima inversión en temas de infraestructura: aeropuertos, puertos, carreteras, comunicaciones…
TB- ¿Es lo que quiere hacer Dilma con esta privatización de algunos aeropuertos?
DS- Dilma cambió un poco la mirada respecto de la de Lula. Si se observan los últimos años de Lula, fueron años de fuerte decisión donde la idea era que el liderazgo en materia de inversiones en infraestructura fuera público y no privado. Sin embargo, los problemas de la burocracia, la lentitud de los procesos y la corrupción, frenaron ese impulso. Vos sabés que Brasil tiene costos ocultos muy grandes.
TB-Espantosos.
DS- Dilma lo que hizo de algún modo es generar un cambio. Todo lo que iba a hacer el Estado como principal protagonista, pasó al capital privado. Esos procesos son lentos, más en monstruos tan grandes en términos de lo que es la burocracia estatal. Lo que estamos viendo es, por un lado, a Petrobras que está liderando un proceso fenomenal de inversión en Brasil a la vez que está desinvirtiendo en el resto del mundo para ello.
TB- Sí, de hecho en Argentina vende todos los activos.
DS- Exacto. Porque se dio cuenta de que el Presal estaba un poquito más lejos de lo que pensaban. La tecnología y el esfuerzo que van a requerir todos los sistemas de aprovisionamiento van a ser demasiado fuertes. Entonces, la aparición de jugadores privados para la infraestructura no son procesos rápidos para también cambiar mentalidades o culturas dentro del propio Estado. Brasil hoy despierta un montón de interrogantes cuando se lo observa a nivel mundial, porque está en este cambio: consolidando una nueva política económica y tratando de despertar a la iniciativa privada para que participe en procesos muy fuertes de inversión al estilo brasileño. Pensá lo que va a ser solo la obra del tren bala Río de Janeiro-San Pablo: hay que pasar por túneles en medio de morros. Va a ser una obra fenomenal. Son cuestiones que van a llevar los próximos diez años, pero esta inversión en infraestructura va a dejar otro Brasil preparado. Quizás por eso las dudas que genera en el corto plazo.
2ª Parte de la entrevista